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20/12/2002. Toneladas de fuel sepultan el litoral

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La Costa da Morte es un mar de chapapote. Esta nueva oleada cumple los peores pronósticos, el fuel se amontona ya en capas de hasta un metro de espesor en numerosas playas entre Muros y Malpica. Todo el frontal de esa mítica Costa da Morte y ensenada de Corcubíón desde la misma Ría y playas de Muros /las playas de Espadanal, Bornalle, San Francisco, Area Maior y Ancoradouro) hasta la reserva de As Sisargas. Todo el corazón de la comarga de Bergantiños. El recorrido por la costa y playas es desolador: arenales y calas arrasadas, muchas de ellas sin limpiar, un hecho que contrasta con la escasa receptividad de las autoridades españolas a recibir la ayuda de más voluntarios.

El día en que la Xunta anunció oficialmente que asumirá la coordinación de la limpieza de las playas, el director general de Costas del Ministerio de Medio Ambiente, José Trigueras, realizó en Santiago un llamamiento para que el voluntariado masivo deje de acudir a Galicia. "El voluntario indiscriminado poco a poco tiene que ir desapareciendo, porque no es necesario", aseguró en una entrevista a la TVG.

Trigueras sostiene que ahora -cuando están llegando bolsas de fuel de medio metro de espesor- se impone una labor "fina", "más específica", de recuperación del litoral, al no hacer falta ya "recoger el chapapote indiscriminadamente". Por eso demanda grupos de voluntarios "bajo una dirección técnica" o personal "profesional y preparado, que es lo que ahora necesitamos".

Su propuesta es que los voluntarios que en adelante se desplacen a Galicia lo hagan bajo la supervisión de facultades universitarias como Biología o Ciencias del Mar, "que permitirá realizar un trabajo muy especializado, que ése sí es necesario".

José Trigueras se descolgó con estas declaraciones a la misma hora que el Consello de la Xunta aprobaba asignar a Asuntos Sociais la coordinación de los voluntarios y del ejército en las tareas de limpieza de las playas.

La Xunta decidió tomar esta responsabilidad ante las críticas por descoordinación cosechadas por Tragsa, una empresa pública al mando de Medio Ambiente.

Las tareas de limpieza se han convertido en un auténtico calvario para los voluntarios. El espesor del chapapote en algunas playas supera el metro, por lo que el esfuerzo para recogerlo se multiplica considerablemente.

Al igual que las anteriores, la tercera marea negra se está cebando con la Costa da Morte. Los vecinos de municipios como Camariñas, Muxía, Fisterra, Corme, Corcubión y Malpica ven día sí, día también, cómo las manchas arrasan sus playas y agravan la situación.

Mientras, más de medio centenar de planeadoras y barcos de Malpica, Corme, Camariñas y Fisterra salen cada día al mar para recoger la mayor cantidad de chapapote posible con los escasos medios de los que disponen. La labor de estas embarcaciones se ha visto dificultada por el fuerte oleaje, que complica la limpieza, especialmente en aquellos puntos en los que los marineros optan por acercarse a las rocas.

La tercera marea negra está resultando mucho más difícil de combatir debido a la gran fragmentación de las manchas y el fuerte oleaje.

«Moralmente es tremendo. Llegas a la playa y parece que todo lo que hiciste el día anterior no sirvió de nada. No es así, lo sé, pero es muy duro». El análisis de este voluntario de Lira resume uno de los grandes obstáculos que está dejando tras de sí esta nueva oleada de fuel. La gran dispersión de las manchas motiva que no exista una entrada masiva de la marea negra, sino que cada día lleguen a los arenales (muchos ya dañados) nuevos vertidos.

Es, con diferencia, el principal problema. La aludida fragmentación limita enormemente la actividad de los barcos anticontaminación, muy mermada también por las malas condiciones meteorológicas. Este fuerte oleaje es demoledor también para las lanchas y barcos que salen desde Corcubión, Fisterra y Camariñas a combatir el fuel. La lucha es desigual. El mar en la Costa da Morte hace gala de su nombre y los marineros luchan con medios manuales contra unas manchas que no descansan.