Ejemplo en Alaska

El superpetrolero Exxon Valdez embarrancó en el estrecho Prince William de Alaska en 1989 y vertió al mar más de 40 millones de litros de petróleo crudo. La marea negra alcanzó una extensión de más de 1.500 kilómetros de costa.

El microbiólogo Ronald Atlas, asesor del Gobierno de Estados Unidos, explica en su libro Ensayos de biodegradabilidad y seguimiento de la biorremediación que la respuesta inicial de la empresa Exxon fue eliminar el petróleo de las rocas del estrecho mediante tratamientos físicos, con éxito parcial y un gasto de más de un millón de dólares diarios. Dada su limitada eficacia, se optó por recurrir a la biorremediación.

Se aplicó a distintas zonas de playa contaminadas diferentes abonos, y descubrieron que uno de ellos obtenía resultados espectaculares: después de diez días de tratamiento la superficie de las rocas cubiertas de petróleo estaba limpia. Los resultados desplazaron el interés hacia la biorremediación para tratar el vertido del Valdez.

Los estudios sobre esta técnica se prolongaron durante el año siguiente y demostraron que el abono estimulaba la biodegradación del vertido depositado en el subsuelo, además de la eliminación del petróleo superficial.

Aunque podrían haberse conseguido tasas de biodegradación más altas, la dosis de abono se eligió de tal forma que permaneciera bastante por debajo de niveles que habrían causado efectos ecológicos adversos, y por debajo del nivel de toxicidad que podría afectar a ciertas especies.