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EL “CENTRAL LECHERA ASTURIANA” DESARBOLA LA MITAD DE SU MÁSTIL Y PONE RUMBO A WELLINGTON

EL “CENTRAL LECHERA ASTURIANA” DESARBOLA LA MITAD DE SU MÁSTIL Y PONE RUMBO A WELLINGTON

Juan Merediz y Fran Palacio no han sufrido daños personales.
Con 13,8 nudos de velocidad media, el MAPFRE no ha podido mantener el ritmo del Virbac-Paprec 3 durante la noche y se ha distanciado 21 millas más de su popa, hasta las 88 millas.

 

El Central Lechera Asturiana ha desarbolado ayer tarde en el mar de Tasmania, cuando navegaba rumbo al cabo Farewell, la punta noroeste de la isla Sur de Nueva Zelanda para abordar la travesía del estrecho de Cook. Los dos patrones, Juan Merediz y Fran Palacio, se encuentran en perfectas condiciones. “Afortunadamente no ha habido daños personales de ningún tipo. Tanto Fran como yo estamos bien”, ha asegurado Merediz en una breve comunicación telefónica con su equipo.

 

En el momento de la rotura, a las 7.15 de la tarde hora española, el barco tenía un viento de 20-22 nudos y se encontraba en 40º32.34 Sur y 168°16.98 E, a unas 160 millas del cabo Farewell y 290 de Wellington, con un viento de 20-22 nudos y mucha mar cruzada.

 

Inmediatamente después de la rotura, Merediz y Palacio han iniciado los trabajos para recuperar la mitad superior del palo que había caído al agua, así como el génova que en aquellos momentos tenían izado y la jarcia, y erigir un aparejo de fortuna. En menos de dos horas tenían sobre cubierta tanto el génova como la mitad superior del palo y la jarcia, y navegaban a rumbo a 7 nudos.

 

Ahora el Central Lechera Asturiana con su aparejo navega rumbo a Wellington (Nueva Zelanda). Una vez en puerto se evaluarán los daños y se intentará por todos los medios reparar el palo. Actualmente, 290 millas separan al barco de Wellington.

Merediz transmitió a las 22 horas en España que "nuestro mástil se ha roto. Nos dirigimos hacia Wellinton con un aparejo de fortuna, con un poco de mayor y la trinqueta de viento, ya que el palo rompió más alto. Estamos bien, ninguno se ha hecho daño, excepto nuestro barco. No optamos por retirarnos, el equipo nos apoya y valoraremos las soluciones cuando lleguemos. ¡Aún seguimos, heridos, pero aún seguimos!

 

Unas horas antes, Merediz se había mostrado especialmente satisfecho durante la videoconferencia diaria de la Barcelona World Race, pues habían dejado atrás las calmas que les dejaron prácticamente parados en el mar de Tasmania. Esta mañana, en cambio, navegaban a unos 19 nudos de media y puntas de 22,4, con el génova y la mayor con un rizo, bajo un viento de 30-35 nudos, y confiaban en un rápido paso a través del estrecho de Cook, de acuerdo con las previsiones meteorológicas.

 

Ésta es la segunda ocasión en la que Merediz y Palacio sufren una desarboladura. La anterior fue el pasado 2 de diciembre, durante la travesía entre Sanxenxo y Barcelona para tomar la salida de la regata. En aquella ocasión consiguieron llegar a Barcelona a motor e instalar un antiguo palo del Kingfisher (actualmente Fòrum Marítim Català) que les facilitó la Fundació Navegació Oceànica Barcelona (FNOB), organizadora de la Barcelona World Race. Lograr adaptar este mástil al Central Lechera Asturiana y las velas a la nueva geometría del aparejo supuso un gran esfuerzo por parte de todo el equipo, que superó cuantos problemas iban emergiendo.

 

Éste es el tercer barco que rompe el palo durante esta Barcelona World Race, después de que el Président primero y el Foncia después se vieran forzados a retirarse por un incidente de este tipo.

En cuanto al transcurso de la regata, con 13,8 nudos de velocidad media, el MAPFRE no ha podido mantener el ritmo del Virbac-Paprec 3 durante la noche y se ha distanciado 21 millas más de su popa, hasta las 88 millas. El líder, que ha promediado 16,3 nudos, se ha llevado un buen susto esta noche, cuando Jean-Pierre Dick ha visto a una quincena de mamíferos marinos, mucho más grandes que delfines, emerger por su proa y sumergirse luego en dirección a la quilla. El patrón francés ha cerrado los ojos y se ha agarrado al barco esperando lo peor, mientras navegaba lanzado a más de 20 nudos surfeando una ola, pero afortunadamente nada ha ocurrido.

 

En la batalla por el tercer puesto, el Renault Z.E. ha acelerado un poco y ha sumado nueve millas a su ventaja sobre el Neutrogena, que en el último parte de posiciones de ayer estaba cifrada en 20 millas. “A bordo del Neutrogena –cuentan Boris Herrmann y Ryan Breymaier en un correo electrónico- decidimos hace días tomarlo con calma con esta depresión, sabiendo que es el mayor obstáculo antes de llegar al Atlántico. A pesar de reducir la vela, el barco ha continuado yendo rápido y rápido, como si estuviera impaciente por coger al Renault Z.E. Ayer navegamos con dos rizos y el solent, con el piloto y nosotros dentro, y hacíamos puntas de velocidad de 30,3 nudos. Ahora el viento ha bajado un poco, tenemos unos 25 nudos y surfeamos a 27. Es divertido porque cuando te lo tomas con calma el barco está súper feliz y corre, y cuando te esfuerzas en ir rápido es imposible lograrlo”.

 

La distancia entre el Groupe Bel y el Estrella Damm también ha aumentado, pasando de las 65 millas de ayer por la noche a las 80 de esta madrugada, después de que Kito de Pavant y Sébastien Audigane hayan sido los más rápidos de la noche, con una media de 17,2 nudos.

 

Desde el GAES Centros Auditivos, Dee Caffari se ha solidarizado en un correo electrónico con Juan Merediz y Fran Palacio, que esperan llegar a Wellington en unas 15 horas. Bajo unos 25 nudos de viento del SO, el Central Lechera Asturiana, que ya arrumba al Este, ha hecho una media de 7,1 nudos con el aparejo de fortuna en su camino a Nueva Zelanda para evaluar los daños.

 

Durante la noche española Jaume Mumbrú y Cali Sanmartí también han escrito un correo para dar más detalles sobre la gran escorada que tuvieron ayer a bordo de su We Are Water: “Navegábamos dentro de la tormenta en el mar de Tasmania con vientos sostenidos de 50 nudos y con sólo tres rizos en la mayor. El mar era caótico, con olas de más de 10 metros muy verticales. Estábamos los dos en el interior del barco, sujetándonos como podíamos. Tras un brusco acelerón el barco chocó contra una pared de agua y seguidamente una ola lo levantó por la popa y volcamos unos segundos. Los dos salimos proyectados por el aire con todos los objetos de la cabina. Al mismo tiempo un torrente de agua reventó la protección de plástico con la que aislamos la cabina del exterior e inundó el interior del barco. Los sistemas electrónicos se colapsaron, varias alarmas saltaron al mismo tiempo, todas nuestras pertenencias flotaban a sotavento en una piscina de agua salada. Tras comprobar que no nos habíamos roto nada, nos lanzamos al exterior para tratar de controlar el barco, que se encontraba atravesado al mar con media mayor en el agua y el piloto automático desconectado. Todos los cabos flotaban a sotavento, las bolsas donde los guardamos habían sido arrancadas, placas solares arrancadas, lazy jacks arrancados... Afortunadamente el palo estaba entero, decidimos de inmediato ponernos a la capa largando la escota en banda y fijando la caña con unos grados a sotavento. El barco se mantenía estable, lo que nos permitió empezar a achicar el agua del interior y a ordenar el caos. Unas horas más tarde empezamos a tener las cosas de vuelta a su sitio, secamos con agua dulce la electrónica dañada, que tras un reseteo vuelve a funcionar, menos mal. Estábamos agotados y afuera el viento arreciaba a 55-60 nudos, el mar era cada vez más violento. Decidimos seguir a la capa hasta que se hiciera de día, nos preparamos unos liofilizados y tratamos de dormir un poco. Con la luz el viento ha amainado a 30 nudos, arrancamos con cautela, hemos estado casi parados unas seis horas. Vamos poniendo orden en la cubierta y al poco podemos trasluchar para empezar a poner un poco de norte, pues una nueva tormenta nos alcanzará en las próximas horas, el mar sigue muy confuso...”.