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“Este puesto hace que la gente pueda seguir la regata más de cerca”

“Este puesto hace que la gente pueda seguir la regata más de cerca”

Foto: María Muiña

El arousano Antón Paz, medalla de oro en Tornado en Pekín 2008, partirá mañana de Galway (Suecia) rumbo a Suecia para completar una etapa más de la Vuelta al Mundo a vela. Serán 1.250 millas por el Atlántico en las que, cámara en mano y a bordo del “Telefónica negro”, intentará sacar jugo al último reto que ha asumido: ser el tripulante de comunicación de uno de los barco españoles en la Volvo Ocean Race.

Se unió al equipo Telefónica en la Vuelta al Mundo en Río de Janeiro para hacer la sexta etapa, ¿cómo fue su incorporación al “Telefónica negro”?
En un principio, aunque yo ya formo parte del equipo Telefónica, no tenía clara mi incorporación al equipo pero recibí una llamada para que me uniese como tripulante de comunicación. Acepté el reto con la ilusión de aprender y conocer un mundo nuevo para mí, como es la vela oceánica, y otro mundo nuevo como es la comunicación.
Tuve dos semanas muy intensas en Río para prepararme y para conocer la dinámica de trabajo. Me subí al barco a hacer una etapa de 15 días y fuera de lo que es el tema media, fue una experiencia inolvidable. Dentro de mi trabajo, al principio tuve una serie de complicaciones para poder mandar la información y además cambiar el chip de regatista a tripulante de comunicación me llevó unos días. Para mí fue bastante duro sobre todo porque no estaba adaptado a vivir dentro de un barco, además de los típicos mareos, horarios de comidas, etc. Pero al llegar a Boston ya había cogido el ritmo.

Ha dedicado toda su vida a navegar y además es un regatista de renombre en la vela olímpica, como demuestran su medalla de oro y sus dos títulos Mundiales en Tornado, entre otros triunfos, ¿cómo se cambia el chip y cómo ha sido el cambio de los cabos a una cámara de fotos?
Fue una decisión que tomé y me tuve que hacer a la idea antes de decir que sí a ser tripulante de comunicación. Sabía, por otros compañeros, que eso era una de las cosas más complicadas pero cuando decidí aceptar el trabajo ya tenía claro que mi función no era la de tripulante-regatista. Obviamente cuando ves a tus compañeros cansados sí que te dan ganas de ayudarlos pero hay que asumir que no se puede. Creo que es algo que al principio me costó más porque por ejemplo en la salida de Río mis ojos estaban mirando más qué pasaba en la regata que a la cámara, pero cuando dimos el golpe con el cetáceo en esa etapa mi reacción ya no fue ir a ver qué le había pasado a la quilla sino ir a darle al botón de la cámara.

Después de dos meses de trabajo, ¿cómo se ve en este puesto?
Técnicamente no tengo el nivel de otros tripulantes de comunicación, ya que hay otros que llevan muchos años dedicándose a la producción de videos o han estudiado comunicación, pero poco a poco me voy haciendo la idea. Por otro lado, viendo lo que sale en los medios, me voy haciendo una idea de lo que se pide y la importancia que tiene para que todo el mundo pueda seguir la regata. También me he dado cuenta por amigos y familiares, que ellos son los principales interesados en que salgan cosas para poder seguir la regata día a día, y se enganchen.

El puesto de tripulante de comunicación es nuevo en esta edición de la Volvo Ocean Race, ¿qué cree que se puede mejorar de cara a la próxima edición?
Básicamente creo que los problemas técnicos. El mayor problema que tenemos todos los tripulantes de comunicación es la condensación en las cámaras, tanto la de video como la de fotos, que hace que pierdas mucho tiempo. Cada vez que te pasa una ola por encima, se enfría la cámara y dentro hay aire caliente, se empaña el objetivo y no puedes seguir sacando imágenes o fotos. Creo que la tecnología irá avanzando en esa línea y seguro que para la siguiente Vuelta al Mundo se encontrará algún sistema para solucionarlo y se puedan tener momentos de acción más continuados. Obviamente también se avanzará en las comunicaciones y en el volumen de información que se pueda enviar. Pero introducir este puesto es una idea muy buena que hace que la gente pueda seguir la regata más de cerca y tenga más información de lo que sucede a bordo.

Si le propusiesen hacer otra Volvo como tripulante de comunicación, ¿aceptaría?
Siempre la aspiración de un regatista es participar precisamente como regatista, pero es una experiencia que me gusta y si no hubiese opción de hacerla como tal y quedase ese puesto por mi forma de ser y carácter yo creo que no diría que no.

Los tripulantes de comunicación “son” fotógrafos, cámaras, escritores… ¿con qué se siente más cómodo de todo eso?
Hay diferentes niveles de complejidad. Está claro que la cámara, el video, el audio son los más complicados porque conlleva ser parte productor, entrevistador y después todo el proceso que requiere pasar la información y enviarla. Pero yo creo que ése es el mayor reto y dentro de las opciones el audio en muchas ocasiones te da la oportunidad de ser más natural y de tener una conversación más de tú a tú. Después de la regata los he escuchado y me han gustado.

El tripulante de comunicación obviamente convive con el resto de la tripulación, con sus problemas y sus ilusiones, y hay que sacar de ellos sus sensaciones y emociones en momentos muy comprometidos en muchas ocasiones, ¿cómo se lleva esto?
Nada más empezar mi primera etapa con el “Telefónica negro”, en Río, tuvimos la problemática de bajar del barco a Mike por su lesión. Te puedes imaginar en ese momento cómo estaba él, y de sopetón me tocó entrevistarle y preguntarle cómo se sentía, yo no estaba como él pero casi por estar obligándole a comentar cosas cuando se tiene que bajar del barco. Eso y situaciones complicadas, cuando el barco no va bien o hay una mala decisión, son los momentos más complicados para el tripulante de comunicación porque tienes que tener un nivel de complicidad grande con la tripulación para que ellos puedan responder al trabajo que necesitas hacer.

¿Cómo se consigue eso?
En parte con el tiempo y te puedes ganar la confianza de la gente cuando tú realizas tu trabajo bien, cuando les apoyas, cuando tienen comida cuando la necesitan. Aunque ya conocía a algunos de los tripulantes no los conoces en estas situaciones que vives aquí, lo que hay que intentar es tener el mayor tacto posible y en el momento en que veas que hay opción, ponerte a hablar con ellos, cosa que me he dado cuenta que es muy complicado en muchas ocasiones.

Si le dicen “acuérdese de tres momentos curiosos”, ¿con cuáles se queda hasta ahora?
Uno: La noche que chocamos con el cetáceo, que acarrearon una serie de problemas en el barco. Fue una colisión muy dura que hizo que tuviéramos varias roturas en el barco y fue una noche horrible. En esos momentos la moral del equipo estaba muy alta porque estábamos siendo los más rápidos en los últimos tres partes de posiciones y pasamos de estar segundos a ponernos últimos en la etapa y mal posicionados. Fue un día duro, de poco descanso y de desanimo general en el barco.
Dos: El paso por el Ecuador fue un buen momento, tradicional en vela oceánica, con condiciones con mucho viento, yendo a 20 nudos, anocheciendo… El Rey Neptuno fue muy piadoso y no se portó muy mal.
Tres: La anécdota de la tortuga, que se quedó enganchada en la quilla cruzando el Atlántico, es algo para contar porque yo creo que no va a suceder nunca más. Es como si tiras una moneda, cae de canto y se queda ahí.¿Qué se le habrá pasado por la cabeza a la tortuga?

¿Ha conocido gracias a estas etapas en la Vuelta al Mundo algo de usted que no conocía?
Antes de empezar tenía la incertidumbre de si la vela oceánica era algo que me iba a gustar o no. Comentándolo con la familia mi hermano me decía que ni loco se subía a un barco de Vuelta al Mundo… Realmente he visto que sí, que es algo que es muy duro pero me gusta. Nuestra elección al Tornado y a barcos de riesgo, rápidos, hace que seamos un poco adictos a este tipo de emociones y competiciones.