DÍA DE VISITAS. Suivi de la traduction française. Historias de Hugo Ramón

Las regatas oceánicas hacen, al tener este fuerte componente de aventura, que el resultado no se lleva todo el pastel. No hay que olvidar que a parte de estar compitiendo, también nos gusta estar aquí. Escribiendo “gusta” quiero englobar todas las vivencias, las emociones, sensaciones, sueños y sentimientos que nos inundan el cerebro. Cabe la posibilidad que necesito emprender estas aventuras porque me siento más animal que humano y necesito refugiarme en la naturaleza más recóndita, o simplemente quizá no sepa vivir en sociedad. Puede que tenga sangre de explorador y necesite conquistar pedazos de agua salada que posiblemente ningún ser humano haya catado jamás.

Y quien sabe si no estoy aquí para encontrar respuesta a mis preguntas. Lo que está claro es que no estoy en el Gran Sur únicamente para ganar. Para ganar (o intentarlo), en el más estricto sentido de la palabra, hay otra vida.

Ayer provechamos una bajada de viento para subirme al mástil, solucionar unos detallitos sin importancia y hacer un chequeo. Estábamos tan cerca de Adrian y Conrad, que de paso intenté hacer de vigía. Desafortunadamente no pude gritar: “¡Cessna a la vista!” Ni siquiera hemos conseguido conectar por radio VHF.

También fue una jornada de visitas. Una pequeña manada de delfines se divirtió durante unas horas en nuestra proa. Rápidamente acudí a mis documentos de reconocimiento de mamíferos marinos. Se trataba, sin lugar a dudas, de una manada de “Hourglass dolphin” ( Delphinidae Lagenorhynchus cruciger), especie muy poco conocida por morar solamente en los inhóspitos mares del Sur. Como curiosidad es la única especie que concurre estas aguas que sigue teniendo la clásica aleta dorsal.

Mientras anochecía y congelados intentábamos arrancar el barco, (“¡trata de arrancarlo, Marco!”) vimos en la reluciente superficie algo que flotaba a lo lejos. Al llegar pudimos despertar una foquita. Yo que pensaba que las focas necesitaban una plataforma para vaguear y exponer su panza al sol…

Y para acabar los comentarios de texto de los libros embarcados, en esta etapa también me adentré en “Desgracia”, de J.M Coetze. Me hacia ilusión leerlo porque parte de la trama se desarrolla en Capetown, ciudad de la que disfruté cada ladrillo durante nuestra primera escala. Como soy un poco despistado he conocido más la ciudad por el libro que cuando vagaba perdido por sus calles. Se me hizo un poco largo, pero me gustó, no como acaba el libro, sino como el autor lo acaba, con una frase lapidaria. Leeré un poco más de Coetze, no se puede enterrar así como así a todo un premio Nobel de literatura. ( Lo mismo me pasó con Miguel Delibes. Si no disfruté de la lectura obligatoria de segundo de bachiller, “Cinco horas con Mario”, leí con gran placer el resto de su obra.)

Lo más cerca que he estado del jengibre es desayunando junto al té de mi madre. No entendía como ella, o los héroes del “club de los cinco”, de Enid Blyton y sus cervezas de jengibre podían apreciar tal abominable sabor. Los tiempos cambian y yo también. Quien diría que parte de mi dieta en este extraño restaurante flotante son galletas de jengibre… Eso si, con una pizca de miel encima…

O la vida esta llena de casualidades o mi Ipod es un cabr… Cuando nos descargamos el primer report de posiciones que nos devolvía a la segunda plaza, empecé a escuchar por mis auriculares “Boys don’t cry” de The Cure. Canción, gracias a tu humor ácido y oportuno te has ganado estar en lo más alto de nuestro concurso musical de hoy…

Buenas noches desde “Financial Crisis” en 56º11S, 107º52W .(Sí, hace mucho, mucho frío…) SOG:8,1 kts – COG: 104º.

Quiero agradecer de nuevo quienes hacen mi vida más fácil gracias a sus donaciones. Espero que sintáis estas millas como vuestras.

Gracias Pepe, de Ciutadella.

Mis aventuras son posibles gracias a Cruceros Cormoran, Banks Sails, RCNPalma, STP, Air Europa , Cessna Citation y UEP design.