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Belice, la sorpresa del Caribe

De la selva tropical a una de las barreras de coral más grandes del mundo en tan sólo una hora. En Belice la diversidad natural se va sucediendo a cada paso de la misma forma que los restos mayas. De hecho, este país centroamericano ha sido el elegido junto con México y Guatemala en la última edición de la ruta Quetzal Bbva para seguir la estela de esta civilización milenaria. Arqueología y fondos marinos de impresión en un destino que ya empieza a ser el favorito de los buscan emociones fuertes.

No tiene tanta fama como otros países bañados por el Mar Caribe y, sin embargo, encierra buena parte la riqueza histórica y natural de la zona. Belice es el paraíso de los buceadores y también uno de los centros clave de la cultura maya.

Lo prueban su barrera de coral, la segunda más extensa del mundo, y sus restos arqueológicos, repartidos a lo largo y ancho de un pequeño territorio codiciado, incluso por los piratas ingleses. La influencia cultural de Reino Unido todavía se deja notar en Belice, donde el idioma oficial es el inglés a pesar de que más del 60% de la población habla español.

Y es que este pequeño país, con una superficie que no alcanza los 23,000 kilómetros cuadrados, consiguió la independencia por parte de la Corona británica en 1982, tras más de 4 siglos de dominio colonial, primero español y luego inglés.

Situado en América Central, Belice hace frontera con México al norte, Guatemala al oeste y el Mar Caribe al este. Si antes sus costas eran objetivo de grandes imperios coloniales, ahora son uno de los tesoros más demandados por buceadores de todo el mundo, que se acercan hasta Belice para sumergirse en los fondos submarinos más bellos del Caribe.

Un mar de coral

El ambiente natural de Belice es fundamentalmente marino. Además de poseer la barrera de coral más larga del planeta después de la Gran Barrera australiana (casi 300 kilómetros), el país centroamericano está plagado de atolones que flotan sobre las aguas de su costa así como de manglares que inundan la tierra firme.

Por eso no es de extrañar que Belice llame la atención de los buceadores, biólogos marinos y pescadores deportivos más prestigiosos del mundo. La observación de la flora y fauna caribeña y la práctica de actividades deportivas marinas son la mejor forma para conocer la riqueza de un país que vive en sintonía con el mar.

El cenote azul se ha convertido en el emblema del Belice más marino, gracias a Jacques Cousteau. En uno de sus documentales, el oceanógrafo francés dio a conocer este inmenso agujero, de más de 300 metros de diámetro, formado en el centro del atolón del arrecife de El Faro, a 80 kilómetros al este de la céntrica ciudad de Belice.

Hace 10,000 años se trataba de una cueva, pero la parte superior se derrumbó y la tierra fue cediendo espacio al mar. Ahora el cenote azul es un famoso lugar de peregrinación para los amantes del buceo en Belice, junto con el callejón del Tiburón Ray.

Localizado en pleno arrecife, dentro de la reserva marina de Hol Chan, la gran atracción de este callejón consiste en ver bailar a ejemplares de tiburones gato mientras un buceador les da de comer. Bucear es un placer que a veces puede deparar sorpresas como ésta si lo hace en las aguas de un arrecife que ha sido incluido entre las Siete Maravillas Submarinas del Mundo y donde la visibilidad llega hasta los 30 metros de profundidad.

La riqueza del arrecife de Belice se puede sentir en otros lugares paradisíacos como el Cayo Media Luna o el Cayo de Pájaro Risueño, dos de los innumerables parques nacionales de un país donde este tipo de reservas ocupa casi la mitad de la extensión de su territorio.

Belice es un país reconocido internacionalmente por su lucha en la preservación y conservación de su naturaleza. Pero no hay que olvidar que sus costas, sus selvas tropicales y sus majestuosas montañas fueron escenario del paso de una de las civilizaciones más avanzadas de la historia: los mayas.

Todavía hoy, Belice cuenta entre sus habitantes con una población maya significativa. Sin embargo, para recordar la época de esplendor de este pueblo de más de 3,000 años de historia hay que remontarse a sus orígenes.

Enclaves arqueológicos tan bien conservados como el de Cerros (en el distrito de Corozal, al norte del país) o el de Lamaní, unido al anterior a través de la boca del Río Nuevo, ayudan a entender la majestuosidad de la arquitectura maya.

Prácticamente cada distrito de los 6 en que se divide Belice cuenta con unas ruinas mayas destacadas. Lubaantun, en Toledo, al sur del país, es un buen ejemplo del saber hacer de los mayas con la piedra: cada una de estas piezas fue cuidadosamente medida y cortada a mano, sin ayuda de mortero.

Xunantunich, en el distrito central de Cayo, tiene como vigía una impresionante pirámide, conocida como "El castillo", que se eleva en una roca 40 metros sobre el resto del conjunto.

A pesar de su altura, ésta no es la construcción más alta hecha por los mayas en Belice. La supera la pirámide de Canaa, en la ruina del Caracol, situada en el mismo distrito. Su punto más elevado, a 42 metros de altura, es un excelente mirador de la frondosa selva de Chiquibul que rodea al recinto.

Sin embargo, acceder al recinto arqueológico de Caracol no resulta fácil. Para ello hay que obtener el permiso de Arqueología y el del Departamento Forestal. En cambio, los tesoros de Altun Ha, en el distrito de Belice, están abiertos a todo el que quiera acercarse a contemplar, entre otras maravillas, el objeto de jade más grande excavado en toda la región maya: una cabeza que representa al dios Sol de más de 4 kilos de peso.