Los pescadores deportivos de Ortegal piden a la Xunta una regulación «justa» para su actividad
Los aficionados a la pesca deportiva en Ortegal se rebelan contra las restricciones de la Xunta a la práctica de esta actividad en zonas portuarias. En realidad, se trata de una norma de 1972, que se ha aplicado con laxitud, pero que ahora, con la resolución aprobada en julio, restringe o elimina la pesca recreativa en el entorno de los muelles. Cariño es una de las localidades más perjudicadas, convertida en polo de atracción para los apasionados de la caña.
«Entendemos las medidas, pero son injustas porque nos meten a todos en el mismo saco, como si todos fuéramos infractores, y no es así, puede haber un uno por ciento. Cada puerto tiene sus particularidades y hay que respetarlas», sostiene Juan Carlos Armada, de 52 años. «Mi parque fue el muelle, y a mi hijo, de diez años, le gusta ir a pescar. Este pueblo no se puede separar del puerto», defiende este cariñés.
En el orden del día de la asamblea convocada para el sábado figuran cinco puntos: respeto a los profesionales, las empresas portuarias y las lanchas deportivas; modificación de la distancia entre sillas (proponen reducirla de los cinco metros fijados por Portos a 1,5); elección de portavoz y representantes del puerto de Cariño (cara a crear una asociación autonómica); seguros (piden que no excluyan a los mayores de 76 años y permitan más de un menor de acompañante por adulto); e intento de constituir un colectivo gallego de pesca deportiva (y, antes, otro de ámbito local).
«Queremos coordinarnos entre todos para conseguir una regulación que nos beneficie a todos [...]. En días buenos se concentran 200 personas en el muelle, eso repercute en la hostelería, la gasolinera, las tiendas de efectos navales... Hay gente que compró casa aquí o que alquila piso para venir a pescar. Mueve mucho... y es una terapia para mucha gente», remarca Elías Rodríguez, de 33 años, que se inició en la pesca con ocho, con su abuelo.
Manuel Moreno, pontés de 57 años, lleva tres décadas desplazándose a Cariño para pescar. «Na única zona que nos deixan [el espigón de la playa de A Basteira], unha persoa de pouca mobilidade non se desenvolve, é un perigo, con rochas, sen luz... En tantos anos as queixas que houbo foron mínimas, sempre respectamos aos pescadores profesionais e aos traballadores do mineral [con la carga y descarga de dunita en el muelle], non interferimos, nós entramos cando eles paran», explica.
Los alcaldes apoyan sus reivindicaciones. El regidor cariñés, José Miguel Alonso Pumar, incide en el movimiento económico que genera esta actividad y, sobre todo, «en el aspecto cultural». «Todos los que somos de Cariño pasamos la infancia en el muelle, y de ahí nace incluso el gusto de un chaval por ir al mar... forma parte de la idiosincrasia del pueblo», mantiene, partidario de que Portos instale cámaras de videovigilancia en el puerto.
El mandatario de Cedeira, Pablo Moreda, asegura que la cofradía «nunca tivo problemas nin queixas» y aboga por «buscar alternativas e solucións que non prexudiquen á pesca profesional e permitan estar aos afeccionados». «Preocúpame que acaben indo ás baixas, moito máis perigosas», añade. En este último aspecto incide el secretario provincial del PSOE y presidente de la Diputación, Valentín González Formoso, «por el riesgo de ir a lugares poco accesibles».
El alcalde pontés no entiende que se prohíba la pesca los fines de semana y advierte del impacto en la hostelería o las tiendas, «al poner trabas a una práctica con gran tradición y arraigo en la comarca». Pide a Portos que «adapte» la legislación a la realidad y permita compaginar la pesca deportiva con la actividad portuaria. La presidenta del ente autónomo, Susana Lenguas, reiteró ayer que «se deben establecer normas para que sexan compatibles, sen prexudicar unha á outra». Y agregó que, «aínda que de xeito minoritario, téñense detectado comportamentos reprobables por parte dalgúns afeccionados e prácticas de risco para o conxunto dos usuarios».