Detectan numerosos grupos de ilegales que realizan capturas en la Albufera
Alimento abundante y gratis. Esto es lo que han encontrado cientos de extranjeros procedentes de países del Este y asiáticos que todos los fines de semana acuden a la Albufera a pescar de forma ilegal.
Las únicas personas que tienen permiso para realizar esta actividad en el lago son los miembros de las cofradías de Pescadores, entidades cuyos socios tienen unos derechos de pesca heredados de sus ancestros y que pasan de padres a hijos.
Los ilegales llegan en camionetas desde diferentes puntos de la Comunidad provistos de cañas de pescar y de todos los artilugios necesarios para capturar el mayor número de llisas y carpas. No cuentan con la obligatoria licencia, pero se distribuyen por las acequias del parque natural.
Hace meses apenas eran unos cuantos, pero las cofradías de pescadores de Silla, Catarroja y El Palmar han dado la voz de alarma porque ya son numerosos y están invadiendo la Albufera y atentando contra el paraje natural.
Hay veces que pueden verse entre 30 o 40 personas pescando en la orilla. Son sobre todo rumanos, aunque también hay de diversas nacionalidades Se han visto incluso, cuando hace buen tiempo, semidesnudos dentro de las acequias cogiendo los peces con sus propias manos. Sobre todo vienen a pescar cuando se desaguan los campos de arroz y aumenta la pesca.
La propia idiosincrasia de la zona, con numerosos ramales de acequias que discurren por lugares recónditos y la escasa afluencia de visitantes, favorece este tipo de pesca furtiva y les permite actuar con cierta impunidad. "Nosotros no podemos llamarles la atención porque cuando se detecta su presencia puedes denunciarlo pero, como mucho, les quitan las cañas que, por cierto, no son muy sofisticadas, suelen ser de las que puedes adquirir en un todo a 100. Después, vuelven sin ningún problema", explicaba un pescador.
La situación es tan crítica que las comunidades de pescadores han acudido a la dirección del parque natural de la Albufera para denunciar la pesca furtiva y exigir actuaciones urgentes. Ante la denuncia, el director del parque natural de l' Albufera, José Segarra, alertó a los agentes del Seprona y comenzaron a hacer batidas semanales.
"Estamos totalmente invadidos y ya no es tanto un problema de la pesca, sino del cuidado del medio ambiental. Cuando se marchan sabemos que han estado allí porque dejan botes, restos de comida, plásticos, partes de sillas rotas y además muchos pescan en ullals, zonas de reserva natural donde está prohibido la pesca y que desconocen. Están poniendo en peligro el parque", se lamentaba Segarra.
En muchos casos cuando el hambre aprieta no esperan ni a llegar a sus casas para saborear la pesca, "hacen brasas y se comen el pescado en el mismo puerto", advertía el presidente de la cofradía de pescadores de Catarroja, Miguel Raga.
Ayer, bajo una lluvia intensa, los pescadores furtivos también estaban pescando. Para ellos, además de una manera de poder conseguir comida, es una práctica muy habitual en sus paises de origen. En Rumanía, de hecho, se celebra anualmente el campeonato mundial de pesca de carpa. "El problema es que sus artes de pesca no están permitidos porque lo hacen también con redes", añadió el director del parque natural.
Los pescadores están muy preocupados porque no dejan engordar a los peces. Eso sí que puede resultar perjudicial a largo plazo para nosotros", añadió Raga. Este pescador advirtió que los robos en motores también se han visto incrementados en los últimos años, coincidiendo con la presencia de los pescadores furtivos. "Roban comida, pero hacen mucho daño", afirmaba desde Catarroja.
Lo que sí es cierto y que ya han comprobado en Catarroja, es que a pesar de que hay suficientes las colonias de tencas y llisas que pueblan las aguas han disminuido. "Ahora se ven pocas piezas y es más evidente la presencia de otras como el carpí", señala Fortea.
El presidente de la Cofradía de Pescadores del Palmar, José Caballer, también explicaba ayer que ya no sabían qué hacer porque las denuncias quedan en nada. Los ilegales se declaran insolventes y no pagan las multas. "Es un grave problema y si no lo frenamos ya no habrá remedio alguno".
Fuente: A. DASÍ/C. FERNÁNDEZ Las Provincias