Buenas perspectivas en la gestión de la 'última frontera' de la pesca
Tras dos años de preparación y negociaciones, los Estados Miembros de la FAO han adoptado una serie de directrices internacionales destinadas a limitar el impacto de la pesca sobre las frágiles especies y hábitat de aguas profundas.
Las directrices proporcionan un marco que las naciones pesqueras deberán usar cuando operen en zonas de alta mar fuera de su jurisdicción nacional, donde se sitúan la mayoría de las pesquerías de aguas profundas (DSF, por sus siglas en inglés).
Tras señalar que toda la actividad pesquera en zonas de aguas profundas debe ser “gestionada de forma rigurosa”, se desarrollan las medidas a tomar para identificar y proteger los ecosistemas vulnerables y dar orientación sobre el uso sostenible de los recursos marinos vivos en aguas profundas.
Entre las recomendaciones adicionales figuran:
• Las naciones pesqueras deben evaluar la pesca en aguas profundas que realizan sus flotas para determinar si existen impactos negativos de carácter significativo
• La pesca en aguas profundas debe cesar en las áreas en las que se piense se esté produciendo un importante impacto en los ecosistemas marinos vulnerables
• En las zonas donde se puede realizar la pesca en aguas profundas de forma responsable, es necesario utilizar métodos de pesca más apropiados para reducir el impacto en las especies no buscadas.
Las directrices indican igualmente los pasos para mejorar la información sobre la situación y el estatus de los ecosistemas marinos vulnerables y la pesca de aguas profundas.
Hacer frente a una carencia importante
Gestionar la pesca en aguas profundas en áreas de alta mar fuera de las zonas exclusivas económicas (ZEE) ha resultado siempre difícil, ya que requiere soluciones multilaterales que impliquen no sólo a los países cuyas embarcaciones se dediquen a la pesca en aguas profundas, si no también a otros países interesados.
“Hasta ahora, no existía en realidad un marco internacional para hacer frente a esta cuestión. Estas directrices representan uno de los escasos instrumentos prácticos en este tema, y representan una novedad al ocuparse al mismo tiempo de la gestión medioambiental y de la pesca de forma integrada”, subrayó Ichiro Nomura, Director Adjunto de la FAO al frente del Departamento de Pesca y Acuicultura.
Peces y hábitat sensibles
Muchas especies de peces de aguas profundas crecen despacio, alcanzan su madurez sexual tarde, y no siempre se reproducen cada año. Como resultado, tienen poca capacidad de resistencia ante la pesca intensiva, y la recuperación de la sobrepesca puede llevar generaciones.
Parte de la pesca de aguas profundas en alta mar también plantea serias preocupaciones sobre otras especies vulnerables, como los delicados corales y esponjas de agua fría; los frágiles hábitat de filtrado y ventilación en el fondo del mar que contienen especies que no se encuentran en ningún otro lugar, y lugares específicos como los “montes submarinos”, que a menudo albergan especies sensibles.
Debido a que la pesca en aguas profundas es una actividad relativamente nueva y requiere una cantidad considerable de recursos en términos de inversión y tecnología, pocos países han desarrollado políticas y planes específicamente relacionados con su gestión, incluso para sus propias aguas.
*La FAO invitó a sus 191 miembros a participar en la consulta técnica, en la que participaron 69 países, la Comunidad Europea y las Islas Feroe, así como observadores de 14 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales de tipo internacional. Las negociaciones estuvieron presididas por Jane Willing, Responsable de Relaciones Internacionales del Ministerio de Pesca de Nueva Zelanda.