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La Corriente Circumpolar Antártica: 100 veces más fuerte que todos los ríos juntos

La Corriente Circumpolar Antártica: 100 veces más fuerte que todos los ríos juntos

El paso del Cabo de Hornos representa el punto más meridional de las regatas de vuelta al mundo, el más intenso en términos de corriente, con una fuerte presencia de hielo debido a la proximidad de la Antártida y potentes vientos que complican la navegación a vela.

La corriente circumpolar rodea la Antártida y arrastra a los navegantes a vela (Vendée Globe y vueltas al mundo) en su derrota alrededor del Polo Sur. «Es la más fuerte de todas las corrientes oceánicas porque ningún obstáculo terrestre la detiene», subraya Clément Vic, investigador del Ifremer en el Laboratorio de Oceanografía Física y Espacial. Es más intensa al sur del Cabo de Hornos: el extremo sudamericano y la Península Antártica forman una especie de cuello de botella llamado Pasaje de Drake, con un efecto de aceleración de la corriente. Se calcula que el flujo es de 170 millones de metros cúbicos por segundo, un caudal 100 veces superior al de todos los ríos del mundo juntos.

En este cuello de botella geográfico de 700 km de ancho, los navegantes no tienen escapatoria ante depresiones que pueden alcanzar los 1.000 km de diámetro. A diferencia del resto de su navegación en el hemisferio sur, donde pueden sortear las tormentas hacia el norte o el sur. Además, este paso es especialmente peligroso por los icebergs u otros trozos de hielo desprendidos que no siempre detectan los satélites.

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Sensores, satélites y modelos digitales para comprender mejor las corrientes oceánicas

Los océanos están en movimiento. El viento genera las olas, la Luna y el Sol provocan las mareas, la rotación de la Tierra genera remolinos. Y para añadir la dimensión vertical, el agua fría y salada se sumerge. Una inmensa cinta transportadora oceánica transporta así cada gota de agua alrededor del mundo, de la superficie al fondo y del fondo a la superficie.

Clément Vic nos cuenta más sobre los interrogantes científicos que aún le plantea esta mecánica actual: "Sabemos relativamente bien cómo el agua se hunde hasta el fondo, sabemos menos cómo el agua sube hasta la superficie. Las interacciones entre las corrientes y el fondo oceánico generan turbulencias y puntos específicos de afloramiento de agua. Nuestros últimos estudios demuestran que el ascenso de las gotas de agua depende de la topografía; por ejemplo, en relieves como la Dorsal Mesoatlántica, el agua asciende en múltiples puntos». ¿Por qué es importante hoy comprender mejor esta dinámica de las corrientes oceánicas? Porque tienen un impacto decisivo en nuestro clima. La corriente más conocida, y sin embargo no la más fuerte, es por ejemplo la Corriente del Golfo, cuya prolongación, la Corriente del Atlántico Norte, drena suavidad y humedad hacia Europa y que explica que no tengamos un clima canadiense en nuestras costas.

Sin embargo, el cambio climático altera las corrientes oceánicas. Por ejemplo, el deshielo aumenta y acelera el flujo de agua dulce en los polos con agua superficial menos salada y más ligera. ¿Cómo reaccionará nuestra cinta transportadora en las próximas décadas? ¿Existe el riesgo de que se atasque? Para responder a esta pregunta, los científicos están desplegando dispositivos de medición en todos los océanos del mundo, por ejemplo con la red de flotadores Argo. También utilizan observaciones de superficie realizadas mediante satélites equipados con sensores. Por último, resuelven las ecuaciones que rigen los movimientos de los océanos mediante cálculos informáticos. Una forma de predecir lo que puede ocurrir en los climas futuros de aquí a 2050 o 2100.

Porque el océano es un importante reservorio de calor en comparación con la atmósfera. El agua tiene una capacidad mil veces superior a la del aire para absorber energía. El océano funciona así como una esponja que absorbe el exceso de calor de la atmósfera, así como el 25% del CO2 emitido por las actividades humanas.