Nostromo, a toda vela
Apenas sopla garbí. No lo hace, desde luego, con la fuerza necesaria para desplazar el velero de más de 20 toneladas recién salido de uno de los amarres del Port Olímpic de Barcelona. No hay más remedio que ayudarse con un poco de motor. Y eso es algo que no gusta en absoluto a los tripulantes de esta embarcación de 30 años de antigüedad y casco de acero, mimada por su propietario, que lleva varios capitanes a bordo. Son un grupo de amigos enamorados del mar, vinculados a él profesionalmente de un modo u otro, que han logrado burlar sus agendas en un día laborable para salir a navegar. Les ampara una buena excusa: presentar la nueva edición del premio de literatura marítima Nostromo, del que son impulsores en cuanto miembros de la asociación de amigos del célebre personaje de Joseph Conrad. Dotado con 9.000 euros, el premio ha alcanzado ya su séptima edición.
La asociación Amigos de Nostromo (93 412 24 55) fue creada en 1996 por un grupo de amantes del mar. Hoy los miembros son ya 110, y entre ellos hay representantes de todo tipo de entidades con vinculación marinera, desde el Museo Marítimo a la corporación de prácticos del puerto de Barcelona, la Asociación de Ingenieros Navales de España, la librería náutica Força 6 y la Editorial Juventud. No es extraña la presencia de miembros relacionados con las letras. Porque el amor a la literatura es el otro gran vínculo de los integrantes de la asociación. Y de ahí que, desde los inicios de ésta, se decidiera crear un premio literario.
La iniciativa pretende compensar la escasa presencia de la navegación y la vida marítima en la literatura en castellano y catalán. Los aspirantes al premio pueden concurrir con novelas escritas en cualquiera de estas dos lenguas. El jurado, lo dicen las bases, está compuesto "por un máximo de siete miembros de reconocido prestigio en el ámbito de la cultura marítima". Joan Guitart, director del Port Olímpic y uno de los capitanes que hoy navegan bordeando la nueva fachada de Barcelona, moldeada por el Fòrum, forma parte del selecto grupo. "La calidad de los trabajos presentados es cada vez mayor", cuenta sin dejar de sujetar amorosamente el timón.
El viento sigue sin aparecer, y Sandro, el patrón y por tanto auténtico capitán del velero, insiste en compensar mecánicamente la escasa colaboración de la naturaleza. Agustí Montori, presidente de Amigos de Nostromo, y Luis Zendrera, director general de la Editorial Juventud, consienten a regañadientes. Editorial Juventud publica cada año el título ganador en una colección bautizada, como no podría ser de otro modo, con el nombre de Nostromo. En ella se incluyen no sólo las novelas premiadas (se hacen tiradas de 3.000 ejemplares), sino también otras con el mar como protagonista. En la actualidad abarca 11 títulos, y se seguirá ampliando en el futuro. Porque aunque hoy apenas sople garbí, y aunque cueste vender este tipo de literatura, no se escatiman esfuerzos para que Nostromo vaya a toda vela.
Ya se sabe cuál será la próxima obra que engrosará la colección: Set grillons de cadena, de Josep Maria Fontdecaba. Él es el ganador de la séptima edición del premio, que se entregó ayer en Barcelona (en el Museo Marítimo, por supuesto), una semana después de que sus promotores se hicieran a la mar para presentarlo.
Fontdecaba, de 75 años, dice que se ha hecho con el premio por aburrimiento del jurado. "Era la quinta vez que me presentaba y al final no han tenido más remedio que dármelo", bromea. Su obra marca un pequeño hito en la historia del premio: por primera vez se entrega a un trabajo en catalán. Los seis ganadores anteriores eran en su mayoría escritores de tierra adentro, alguno con una nula experiencia con el mar más allá del veraneo en la playa. No es el caso del flamante ganador: aunque se jubiló como empresario, fue marinero durante varios años de su vida. Su trabajo, oficial de radio, le dejaba mucho tiempo para cultivar dos grandes aficiones: observar y escribir. El título de la obra con la que ha obtenido el Nostromo, elegida entre el medio centenar de originales presentados, hace referencia a la cadena del ancla de las embarcaciones. "En catalán, las piezas que la unen se llaman grillons", explica didáctico. Y son siete porque éste es el número de relatos cortos que lo componen. "Son historias independientes a partir de hechos reales que yo he conocido y he transformado literariamente", continúa. Cuenta que cada una tiene un aroma distinto, desde la ternura a la violencia, pero comparten el hecho de estar protagonizadas por perdedores que, pese a todo, son capaces de mantener la dignidad.
Durante sus años de marinero, sin duda Fontdecaba navegó con todo tipo de condicionantes meteorológicos, con y sin garbí. Pero nada le hizo perder el amor por el mar. Y desde la Asociación Amigos de Nostromo se quiere contribuir a despertar tempranas aficiones. Por eso han decidido crear también el I Premio Literario Nostromo Infantil y Juvenil, dirigido a escritores de hasta 16 años, con una extensión máxima de cinco folios. Desde ayer, la convocatoria está abierta.