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La soledad del 'Seven Seas'

Suaves golpes de mar mesan poco a poco la cabellera de algas y moluscos abigarrados a sus costados. El viento ulula al asomarse a los ojos de buey entreabiertos de los que penden chorretones de óxido y el sol abrasa una cubierta que ya no escucha las órdenes del patrón ni el trajín de los marineros cargados de fardos. El Seven Seas, el Siete Mares, un buque mercante de 80 metros de eslora y más de 2.400 toneladas de peso bruto permanece anclado en el puerto de Castellón desde el pasado 15 de enero. Abandonado, le aguarda un futuro incierto.

La empresa georgiana propietaria del barco y el armador se desentendieron de su suerte después de que, a mediados de enero, Capitanía Marítima retuviera al buque por un presunto problema de contaminación al hallar fuel en los tanques de lastre: un síntoma de vertido al mar. Estos depósitos sólo pueden llevar agua y el capitán marítimo, Juan Andrés Lecertúa, exigió un aval de 60.000 euros para cubrir una posible sanción que no obtuvo respuesta de la dirección del barco. Fue entonces cuando también comenzó la odisea de la tripulación. Los once marineros egipcios del Seven Seas fueron abandonados junto al navío y permanecieron durante casi dos meses sin comida, sueldo ni ayuda por parte de la empresa propietaria o de la administración. La mediación de Cruz Roja, el sindicato UGT y el embajador egipcio facilitó el auxilio y propició su repatriación en el mes de marzo, pero el barco continuó en el puerto.

Más de cinco meses lleva ya anclado y provocando numerosos problemas. La Autoridad Portuaria deja de percibir alrededor de 400 euros diarios por gastos de amarre, a razón de 0.16 al día por tonelada de registro bruto, con un coste acumulado total de unos 64.000 euros por sus 2.400 toneladas y las 160 jornadas que lleva varado. El precio es estimativo, advierten las empresas consignatarias, porque varía en función del periodo de estancia, aunque estaría muy cercano al valor asignado y la Autoridad Portuaria tiene escasas esperanzas de cobrar la deuda. Además, también provoca otros gastos superfluos al puerto al tener que remolcarlo para cambiarlo de muelle porque estorba. Mañana, por ejemplo, comienza la séptima regata Castellón Costa Azahar en el puerto castellonense, con la presencia de 60 regatistas de talla mundial, olímpicos y participantes de la Copa América, y según Lecertúa ya han tenido que realizar "algún traslado del buque". Además, está prevista para finales de semana la visita del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el Seven Seas volverá a ser movido del muelle de costa, donde está ahora amarrado, "para que no cause problemas", según manifiesta el capitán.

La solución no parece que vaya a darse ni siquiera a medio plazo. La nave está embargada por orden judicial y será el juez quien decida si finalmente es desguazada para compensar en alguna medida a los numerosos acreedores. El precio que obtendrían por él en cualquier caso no superaría los 42.000 euros, mucho menor que la deuda que ya alcanza por el atraque, y muy lejano de los más de 90.000 tasados por la Capitanía Marítima; una oferta que no ha convencido a ningún posible comprador que pretenda rehabilitar el navío. Nadie quiere al Seven Seas, el Siete Mares, que otrora paseó orgulloso por el océano su nombre bucanero. Ni el fondo del mar Mediterráneo puede servirle de último lugar de reposo, como les sucede a muchos otros barcos, porque la legislación impide que su casco, al ser de acero, pueda resultar idóneo como refugio para los peces.