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El primer barco congelador del mundo, el 'Lemos', costó 30,4 Millones de pesetas

El primer barco congelador del mundo, el 'Lemos', costó 30,4 Millones de pesetas

Corría el año 1960 cuando José Fernández López tuvo una idea brillante. Tomando como ejemplo el sistema de congelación utilizado por los argentinos para exportar carne se le ocurrió que esta iniciativa se podía trasladar al pescado con la particularidad de exponerlo a bajas temperaturas en el propio barco momentos después de ser capturado. Y es que hasta ese momento sólo se congelaba el pescado que estaba en condiciones no vendibles para que pudiese aguantar un poco más.

Algunos empresarios como Álvaro Gil, Balea, sus hermanos Antonio y Manolo o Anselmo López creyeron en esa idea, que también contó con el apoyo desde fuera de Carlos Barreras y Valentín Paz Andrade. Fue entonces, hace ya cuarenta años, cuando decidió llevar a la práctica la congelación del pescado con la decidida colaboración del conservero Gaspar Massó.
La construcción de la primera serie de cuatro barcos, con nombres de castillos, se realizó en Astilleros y Construcciones (Ascón). Se bautizaron como Lemos, Andrade, Pambre y Doncos.
El primer destino del Lemos —el primer barco congelador del mundo que costó por aquel entonces 30,4 millones de pesetas— fue el sur de Brasil, Uruguay y Argentina. En esos países ya se conocía la existencia de la merluza, pero no se practicaba la pesca industrial. El Lemos llenó sus bodegas enseguida y regresó a Vigo con 240 toneladas de pescado.
Mientras tanto el Andrade se dirige a África del Sur en donde se sabe que hay merluza, pero no fue necesario que llegara tan al sur. A la altura de Namibia la pesca fue tan abundante que llenó sus bodegas. Meses más tarde los otros barcos se dirigieron a esa zona ya que el pescado era de más calidad que el de las aguas argentinas.
Aparecieron más caladeros ricos en diversas especies en Senegal, Guinea Bissau, Guinea Conakri, Sierra Leona, Liberia, Nigeria, Camerún y Angola, que era el más importante de la zona. Esta situación da lugar al desarrollo de diferentes tipos de flotas

 

DE EMBARCACION DE PASAJEROS A BUQUE FACTORIA

Una vez que la expansión de la compañía se pone en marcha se propone desarrollar el sistema que los japoneses empleaban en el banco canario sahariano. Para ello en 1966 se transforma un antiguo barco de pasajeros en un buque factoría que sería bautizado como Galicia y en el que se incorporan máquinas fileteadoras a bordo.

Un flotilla de diez barcos, todos ellos con nombres de ríos, le suministraban el pescado al buque factoría, que rara vez tenía que ir a Vigo ya que la carga de pescado se trasladaba a mercantes. El éxito de esta iniciativa tuvo como consecuencia la fabricación de cuatro buques factorías más con el nombre de las provincias gallegas.

La abundancia de la pesca obligó a Pescanova a adquirir en 1964 las instalaciones de Copiva en Chapela, en donde instaló su centro de operaciones y sus cámaras frigoríficas. Sería el embrión de las fábricas que después darían paso a los productos con marca Pescanova, que por aquel entonces se había especializado en dos especies fundamentalmente, la merluza y el langostino.

Desde el año 1961, con la botadura el primer barco de Pescanova, la idea inicial de José Fernández López había cosechado tal éxito que a finales de esa misma década Pescanova tenía diversos complejos con 100 barcos operando.

Los problemas pasaban por la falta de tripulaciones y la carencia de tecnología, aunque desde dentro de la empresa se iba desarrollando con un departamento de investigación que encargaba la construcción a talleres navales de la comarca.

José Fernández López apenas podría imaginar en 1960, cuando empezaba a maquinar aquella idea de congelar el pescado, que su decisión tendría una repercusión tan grande en tan poco tiempo.