ALBERTO FORTES, ESCRITOR. Libro «Navegantes, corsarios y piratas»
Más de dos años de investigación en el Archivo Histórico, el Archivo de Marina y el Museo proporcionaron a Alberto Fortes medio millar de documentos marítimos que se recogen en su segundo libro, «Navegantes, corsarios y piratas de las Rías Baixas 1780-1850». El autor, entusiasta de los temas marinos como ya demostró en su primera novela, «Amargas han sido las horas», asegura que con esta obra ha pretendido rendir un homenaje a los «navegantes anónimos».
-Este libro habla de navegantes y también de piratas, al igual que «Amargas han sido las horas», ¿qué le fascina de estas aventuras?
-Bueno, en este caso, se trata de un trabajo también sobre piratas, pero incluidos dentro del grupo de los navegantes.
-En todo caso, el mar sigue siendo su fuente de inspiración...
-Sí, es así. En el caso de este libro, yo conocía el tema de los mareantes, pero quería hacer algo sobre los navegantes. En A Moureira confluían ambos grupos sociales. Los mareantes fueron los que determinaron todo lo que fue el barrio, desde la arquitectura a las costumbres, pero a los navegantes se les encomendó la tarea no sólo de llevar las mercancías, como ocurría con la exportación del vino albariño a Londres, sino que con esos viajes mantenían A Moureira en el mundo. Y eso fue siempre lo que me llamó la atención de la navegación.
-¿Qué papel desempeñaron las Rías Baixas en la navegación?
-De aquí salieron navegantes muy famosos, como Sarmiento de Gamboa, que atravesó el Estrecho de Magallanes en 1759. Pontevedra fue uno de los puertos más importantes de la Edad Media. Era punto de exportación de vinos del Ribeiro, té de Saín, sardinas arencada en barriles. Pero a mí lo que interesaba en realidad eran los navegantes anónimos. Paso a paso vivieron la evolución de la ciencia y del arte de la vela.
-Pero entre los que alcanzaron popularidad, ¿cuáles cita en su libro?
-Aparecen como corsarios los Gago de Mendoza, que eran de Santo Tomé de Piñeiro, aunque en A Moureira los navegantes armaron también a Blas Núñez y Ramón Vidal. Y en esos años se observan actividades de piratas en la ría, pero que sean de aquí no conozco más que a Benito Soto.
-¿Por qué la literatura marina no ha tenido aquí tanta tradición?
-Creo que sí tenemos una literatura marina, que son los derroteros de Gagos de Mendoza, las crónicas de Indias, los naufragios de Cabeza de Vaca, o la reacción del viaje al Dorado. Lo que ocurre es que cuando realmente fuimos una potencia naval, el género literario que había era la crónica. Pero la crónica contiene historia y literatura a la vez.
-¿Cómo fue el trato que se le dispensaba a los corsarios? -Bueno, por ejemplo, el corsario Juan Antonio Gago de Mendoza tiene la medalla al mérito, pero solicitó graduación militar de alférez por los servicios prestados contra la armada inglesa en A Guarda, Portonovo y Finisterre y no se la dieron. Mientras, en Inglaterra, a Drake le nombraron sir.
-¿Cuál fue el dato que más le impactó?
-Los relatos de las batallas de los Gago de Mendoza. El que me pareció más interesante fue la defensa de Portonovo, cuando el cura toca rebato y la gente abandona el pueblo. Fue en agosto de 1798, el cura se lleva el Santísimo de la Iglesia, entonces Gago de Mendoza saca los cañones de los barcos y los pone en el muelle cuando llegan los barcos ingleses. Al día siguiente hubo una batalla en Arousa entre José Bernardo Gago de Mendoza, que tenía la goleta más famosa del corso pontevedrés, la Peregrina brillante, con tres navíos ingleses que le rodean. Consigue huir, pero se narran unas hazañas curiosas, en las que sale con un cañón al hombro, y escenas con el cuchillo en la boca y dos pistolas en las manos