Sendero de las Pesqueiras. O Rosal. Río Carballas-Tamuxe. (Pontevedra)
Hechizado por la tranquilidad del río comencé mi camino descubriendo presas y rumor de sus cascadas, una exuberante vegetación formada por acacias, robles, alisos (amieiro en gallego), laurel, castaños, eucaliptos, pinos, helechos de una variedad que no conocí en otros ríos gallegos, musgos y laurisilva.
Descargar la ruta del sendero para Google Earth:
Este sendero que propongo no está en los publicitados ni por el Concello de O Rosal ni por otras guías que conozco.
Sinceramente, para mi ha sido todo un descubrimiento y una suerte el haber llegado a este paraje del río Carballas – Tamuxe de aguas cristalinas.
Hechizado por la tranquilidad del río comencé mi camino descubriendo presas y rumor de sus cascadas, una exuberante vegetación formada por acacias, robles, alisos (amieiro en gallego), laurel, castaños, eucaliptos, pinos, helechos de una variedad que no conocí en otros ríos gallegos, musgos y laurisilva.
Pero es mucho más, en un tramo de 4 kilómetros que mide el sendero, conté hasta cinco represas, conocidas aquí como “pesqueiras”, construidas para alimentar de energía hasta unos quince molinos, algunos todavía en actividad, y tres antiguos aserraderos de madera, actualmente en ruinas. Y de ellas salieron volando dos garzas.
En realidad se podría considerar como un sendero etnográfico si nos atenemos a la definición que le da la RAE: “Estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos”, ya que en el comprenderemos perfectamente como se aprovecha la energía del agua, para moler o cortar, la interrelación entre el humano y su entorno, la pesca fluvial y las márgenes del río para usos agrícolas.
Sin más literatura entro en harina.
Salimos del lugar conocido como “A Pesqueira”, muy cerca del centro de O Rosal, donde el Carballas se represa entre lajas de granito para en dirección sur comenzar a caminar por su margen derecha.
Este paraje está muy concurrido en verano por bañistas que aprovechan la profundidad del río (en algunas zonas hasta de tres metros) para refrescarse de un calor que en temporada estival aprieta fuerte.
Un dato contrastado, la diferencia de temperatura con la vecina A Guarda (a cinco kilómetros) es de tres a cuatro grados más.
Muy pronto encontramos dos molinos semidestruidos entre un bosque de alisos y robles, para llegar a la siguiente pesqueira.
A partir de ella, y con menos caudal por el desvio del agua, discurre el río entre piedras accesibles, que si llegamos a ellas tendremos un perspectiva interesante desde el centro del cauce.
Si el río va bajo de agua, entre las piedras tendremos yakuzis relajantes.
A partir de aquí el sendero está invadido por laurisilvas y se puede hacer engorroso el pasarlo, son pocos metros y pronto llegamos a la siguiente pesqueira con el puente del Palo como fondo.
Antes de cruzarlo echarle un vistazo a la casa que está a la derecha del puente pues se mantiene la rueda del molino en funcionamiento.
Atravesado el puente, a la izquierda tendréis un lavadero, coger el camino dejando la canal del molino a la izquierda.
Pasamos delante de unas viviendas hasta un punto en el que un cañaveral de bambú negro nos impide el paso por lo que por una finca subimos al camino de Couselo de Abaixo para en unos cuarenta metros volver a bajar al río.
Volvemos a estar en “A Pesqueira” pero por la otra vertiente.
A finales de Noviembre o primeros de Diciembre es posible observar a pie de presa, como los reos se pelean contra corriente para recalar en sus lugares de freza. Todo un espectáculo.
Las acacias y sus hojas caídas tapizando el suelo, nos marcan el camino, río arriba.
La cuarta pesqueira y tres molinos en actividad enfrente a nosotros.
El sendero discurre inicialmente muy pegado al agua sin complicaciones. La vegetación con las invasoras acacias se salpica con algún castaño, bastantes laureles y pinos.
Al llegar a un molino semidestruido buscaros un poco la vida para sortearlo, se puede hacer entre el río y la edificación. Isla fluvial.
Nueva pesqueira. A la derecha campo de cultivo.
El río discurre entre “pelouros” (piedras redondeadas) con cierta corriente pero poca profundidad. Suficiente fuera del verano para que un kayak de aguas bravas pueda navegar.
Llegamos a un puente de hormigón que no cruzamos a no ser que queramos hacer más corto nuestro paseo ya que nos llevaría cerca de la salida senderil.
Otra presa, la penúltima, esta con bastante profundidad. En verano seguro que apetece el baño.
Cási donde termina de remansar el agua, estamos en un puente de granito que cruzamos y salimos a la carretera que une Oia con O Rosal.
Tomamos su izquierda, nos adentramos en la “Xudaia” de Fornelos donde si nos apetece podemos comprar (una tienda de ultramarinos) o tomar algo en dos bares.
Ahora viene la parte más fea del recorrido, andamos un poco por la carretera que nos llevaría al centro del Concello. Donde terminan las edificaciones encontramos un sendero que nos lleva otra vez a la ribera.
Un tramo donde mandan los campos de cultivo y alguna presión humana.
Cruzamos por un puente de madera el río Folón y enseguida una tapia (cousas veredes Don Sancho) nos impide el paso. Estamos a trescientos metros del punto de partida.
Dificultad: Baja.
No se necesita calzado especial y se puede hacer con niños.
Duración sin baño: Una hora aprox.