Archipiélago de Cortegada. Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia
Todo el fondo de la Ría de Arousa está condicionado por el segundo río en importancia de Galicia, el Río Ulla que tras 137 kilómetros desemboca en sus aguas entre las puntas Palleiro (margen derecha) y Grandoiro, después de pasar por Padrón y Cesures donde encontraremos un pantalán utilizado por pequeñas embarcaciones de recreo y pesca.
El tramo bajo del Ulla está muy presente en la Historia de Galicia. En Catoira existen las ruinas de 2 torres defensivas llamadas del Oeste (s.IX), mudos testigos de los ataques vikingos. Ya en 1139 el río es citado en el Codex Calixtinus, donde se narra la “translatio” del cuerpo del apóstol de regreso a donde había predicado. Con todo este bagaje no podría ser más que cabecera y paso obligado de la “Ruta Marítima Xacobea” que aprovechando su navegabilidad por un curso formado por médanos de arena y piedras, tortuoso y desigual que requiere buena práctica y conocimiento de los canales es abordable y nos lleva hasta Ponte Cesures por supuesto en embarcaciones de poco calado.
En pleamar la desembocadura presenta una gran anchura, y en bajamar, desde media marea empiezan a asomar los arenales hasta quedar todo en seco a excepción de dos canales, de tan escaso fondo que casi se pueden considerar cegados. El principal empieza en la medianía de la línea que va de punta Porrón a la de Corbeiro (Cortegada) y tiende a aproximarse a la margen izquierda llegando así a la punta Grandoiro. El máximo braceaje de la canal es de 4,2 m en las mayores pleamares. Las mareas se sienten hasta poco más arriba de Cesures con un retraso de media hora sobre Vilagarcía.
Abocando el estuario del Ulla, quien verdaderamente manda paisajísticamente es la combinación de colores pétreos y los verdes intensos del archipiélago formado por la isla de Cortegada y los islotes de Malveira Chica, Malveira Grande, el Con y las Briñas. Todo el entorno perteneciente al espacio protegido del Parque Nacional de la Islas Atlánticas siendo Cortegada, la isla que presenta una mayor densidad arbórea.
Cortegada, la mayor de todas, tiene una longitud de 1 km y una anchura de cerca de 0,5.
Su máxima altura es de tan sólo 19 m.
Originalmente, los depósitos arenosos dieron lugar a suelos fértiles sobre los que crece el considerado mayor bosque de Laureles (Laurus nobilis) de Europa, ya citado por el geógrafo romano Plinio el Joven. Un frágil ecosistema que ha perdurado hasta nuestros días por la despoblación y las especiales características climáticas, entre oceánico húmedo y mediterráneo de la zona, con una media de precipitaciones en forma de lluvia que llega a los 2000 ml y que en verano suelen ser escasas. Aunque el sotobosque de Cortegada a causa de la baja penetración de la luz solar y por el efecto esterilizador de los aceites del Laurel, es pobre, se encuentra en ella una riquísima variedad de macromicetes, de los que se catalogan 45 especies diferentes. Se da el escaso endemismo Hypoxilon cohaerens microsporum. Otras especies arbóreas son el Pinus pinaster y pinea, Eucaliptus globulus, Salix atrocinerea, Platanus hybrida y Populus nigra.
Encuentran albergue fauna aviar, de las categorías láridos y limícolas así como otras especies marinas propias de los hábitats de la ría.
Toda la mar del grupo de las Malveiras y Briñas es sucio, con piedras y bajos, que hacen peligroso el aproximarse a ellas.
Lo más notable del contorno de la isla es Punta Corbeiro (en su cara N, localizable por el “cruceiro” que se eleva en su extremo. Esta punta despide arrecifes que se adentran en la mar hasta 400 m.
En bajamar queda unida a tierra por medio de un arrecife de piedra suelta y arena, en la zona conocida como los Viveros y más concretamente Lombo da Besta frente al puerto de Carril.
Las embarcaciones de los mariscadores, conocidas como planeadoras, pasan por encima de los Viveros, aprovechando la marea.
El hallazgo de ánforas en la isla de Cortegada, “Corticata” para los romanos, deja constancia del paso latino.
Las siguientes notas documentales las sitúan en el s.IX en el que Alfonso II la dona a la Iglesia por su situación en la ruta marítima-fluvial a Compostela. Desde 1526 la isla fue aforada por la Iglesia y en ella se construyó un hospital lazareto. Las gentes que se establecieron situaron el poblado cerca del muelle y la poblaron hasta 1907, año en que fue donada a Alfonso XIII.
Sus 49 ha divididas en 1193 parcelas pasaron a propiedad de la Casa Real con el fin de que construyera en ella un palacio de verano, obra que jamas se llevó a cabo. Tras el paso a manos de Estado durante el período republicano en 1958 fue recuperada por D. Juan de Borbón que la vendió posteriormente a una inmobiliaria que pretendía instalar un complejo similar al de la isla de A Toxa. El proyecto tras una gran contestación popular, fue parado tras la consideración de Cortegada como parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas.