Elantxobe, el pueblo colgado al socaire de poniente de Ogoño
Al socaire de poniente del macizo rocoso del cabo de Ogoño, con sus casas colgadas ladera arriba, su espalda el monte y al frente el mar, sería una breve definición de este bonito y pintoresco puerto del litoral vasco.
Frente al mar como clara definición de lo que el piélago significó siempre a sus moradores los edificios que forman sus calles avanzan escalonados por una ladera abrupta que se destaca sobre la línea de costa. Todos ellos miran al mar, ese Cantábrico en el que ha girado siempre su sustento y economía.
Fotografiarlo desde el mirador de la parte alta de Elantxobe, su zona originaria, donde una plataforma rotatoria ayuda el giro a los vehículos de mayor tamaño, quizás sea lo primero que se le ocurre al visitante. Pero este característico pueblo se tiene que pasear. La enorme inclinación de sus calles en las que las casas parecen formar una escalera de tejados, ejemplo de economía de espacios nos muestra curiosas combinaciones arquitectónicas y urbanísticas. Casas apoyadas unas sobre otras que dejan pasadizos a la manera de estrechas callejuelas de no más de un metro de ancho, o el aprovechamiento de paredes para los momentos de ocio como el frontón en uno de los laterales de la Iglesia de San Nicolás de Bari, que en su interior presenta un retablo barroco e imágenes que estuvieron en el convento de la cercana isla de Izaro
Celebra su fiesta patronal el 29 de junio, día de San Pedro, y el 6 de diciembre, San Nicolas de Bari, si bien el 22 de Julio, día de la Magdalena, se engalana el pueblo para recibir a las comitivas de los vecinos de Mundaka y Bermeo conmemorando la disputa por medio de una regata de traineras de la propiedad de la isla de Izaro donde los habitantes de Elantxobe fueron jueces, no convenciendo su veredicto por lo que se les llama "makueses" (malos jueces).