Islas Baleares. Datos generales del archipiélago. Extensión, población, historia, industria.
El archipiélago Balear, están situadas en el área central de la Mediterránea occidental, entre los paralelos 40º05'39" y 38º38'25" de latitud norte y los meridianos 1º11'16" y 4º19'38" de longitud este (Greenwich).
Este precioso enclave del Mediterráneo, separado por 50 millas de la costa levantina y 110 millas de la costa catalana está compuesto por 5 islas principales y varios islotes, dividido en dos grupos, al Norte las Gimnesias (Mallorca, Menorca y Cabrera) y al Suroeste las Pitiusas (Ibiza y Formentera)
Datos geográficos de interés
Superficie : 5.040,29 km2
Litoral: 1.428 Km. de costa
Altura máxima: 1.445 m (Puig Major, Mallorca)
Temperatura media anual: 18, 4º C
Horas de sol, media anual: 2.850, 54
De su superficie total de 5.040,29 km2, la mayor parte corresponden a la isla de Mallorca, concretamente 3.640 Km2 (72'6%).
Menorca tiene una superficie de 716 Km2 (10'8%),
Ibiza de 572,6 Km2 (10'8%) y Formentera de 83,2 Km2 (1'6%).
El archipiélago presenta una variedad de paisaje muy destacada.
En cuanto a su orografía, Mallorca presenta una combinación de sierras (Tramuntana y Llevant) y zonas llanas (el Migjorn y es Pla).
En Menorca, pese a su apariencia llana, contrasta Tramuntana, de suaves colinas, y es Migjorn, caracterizado por su horizontalidad.
En Ibiza, destacan dos alineaciones montañosas y extensas llanuras, mientras que Formentera es la isla más llana.
El clima balear es de tipo mediterráneo puro, con temperaturas suaves: entre 16 ºC y 17,5 ºC de promedio anual, excepto en la zona de la serra de Tramuntana donde ronda los 14 ºC. Las mínimas se dan en Enero con 6º y la máxima de media en Agosto con 30º.
La presión atmosférica media anual es de 1017,5 Mb.
Las precipitaciones medias son moderadas o escasas, más frecuentes durante el otoño, generalmente en octubre.
En verano las lluvias son prácticamente inexistentes.
El número de días despejados al año alcanza los 126, 75 con lluvia, 13 con tormenta y 10 con niebla como medias anuales.
La humedad relativa de aire es del 66% de media mínima en junio y julio y del 72% de media máxima entre los meses de octubre a diciembre.
Los vientos varían en función del relieve y la situación, pero predominan los de componente norte en la época fría y de componente este y las brisas locales en verano.
Menorca y el extremo oriental de Mallorca están expuestas a las entradas de viento del norte y dan paso a la Tramuntana, un viento frío y seco.
Los vientos principales son:
Mistral (NW) caracterizado por bajas temperaturas, sequedad del aire, cielos claros y rachas con velocidades entre 50 y 90 nudos.
Tramuntana viento de componente norte, frío y seco, sopla después de las borrascas.
El Levante típico del Mediterraneo.
Siroco, vientos cálidos procedentes del SE (África) y el de componente W conocido como Poniente.
Los vientos adoptan los siguientes nombres:
Del N: Tramontana
Del SE: Xaloc
Del NE: Gregal
Del SW: Llebeitx
Del NW: Mestral
Del E: Llevant
Del S: Migjorn
Del W: Ponent
Su costas que superan los 1.300 kilómetros de longitud, son limpias y navegables, pudiéndose costear generalmente a menos de 1 M de resguardo y con buen tiempo, sin peligro, sobre todo por sus caras más occidentales que caen verticales a la mar.
Con mareas cási nulas, el nivel del agua puede sufrir elevaciones y depresiones notables, producidas por los vientos reinantes y las masas de agua que mueven fundamentalmente los del W (Estrecho de Gibraltar) o los del N (Golfo de León).
La dotación portuaria es excelente y cuenta con más de medio centenar de puertos con un nivel de servicios medio alto.
Población, ciudades, ciudadanos y política
Las Illes Balears tienen una población de derecho de 1.198.576 habitantes (2019), es la 12º Comunidad Autónoma de España en cuanto a población se refiere.
La población masculina es mayoría, con 599.693 hombres, lo que supone el 50.03% del total, frente a las 598.883 mujeres que son el 49.96%.
Su densidad de población media, con 240 habitantes por Km2. Las mayores densidades se concentran, además de en las ciudades, en las zonas de afluencia turística.
La distribución de la población es muy desigual, concentrándose en su mayoría en la isla de Mallorca, que congrega al 77,96% de los habitantes. Las Pitiusas el 12,81 % y Menorca con un 8,14%, y Formentera un 1,08% concentrándose básicamente en 8 municipios que agrupan al 65% del total de población: Calvià, Inca, Llucmajor, Manacor y Palma en Mallorca; Ciutadella y Maó, en Menorca; y Vila d'Eivissa (Ibiza ciudad), en Ibiza.
La ciudad de Palma capital de la Comunidad Atónoma tiene 409.661 (2018) habitantes, concentrando el 54% de la población de la isla de Mallorca; otros municipios importantes de esta isla son: Calvià (49.333 habitantes, aunque en temporada turística puede albergar a varios cientos de miles), Manacor (42.631 habitantes, con industrias agroalimentarias), Inca (32.137 habitantes, con industrias de calzado y muebles), y Llucmajor (36.358 habitantes). Existen otros municipios que se sitúan entre 14.000 y 18.000 habitantes como Felanitx, Pollença, Sóller y Marratxí, este último con una población dispersa en varios núcleos.
En el resto de las islas destacan: Mahón (Maó), que tiene 28.592 habitantes, y Ciutadella (Ciudadela), con 29.223 habitantes; entre ambas ciudades concentran el 67% de la población de Menorca; la Vila d’Eivissa (Ibiza) tiene 49.7270 habitantes, lo que supone el 40% de los habitantes de la isla, en la que además de su capital, tienen más de 14.000 habitantes Santa Eulalia (Santa Eulária des Riu), Sant Antoni de Portmany y San José (Sant Josep).
El Estatuto de Autonomía de la comunidad autónoma balear fue aprobado a principios de 1983. Los órganos para el autogobierno son los Consells Insulars, encargados del gobierno y administración de cada isla (Ibiza y Formentera tienen un Consell común para ambas), el Parlament, que ejerce la potestad legislativa, el President, elegido por el Parlament, y el Govern Balear, órgano ejecutivo elegido y dirigido por el President.
Sobre la lengua, en el Estatuto se recoge la oficialidad del idioma catalán, como lengua propia de la Comunidad Autónoma, juntamente con la española.
La bandera de las Illes Balears está constituida por cuatro barras rojas horizontales sobre fondo amarillo, con un rectángulo situado en la parte superior izquierda, de fondo morado y con un castillo blanco de cinco torres en el medio.
Folclore
Las danzas y canciones tradicionales poseen una gran personalidad. Los más típicos son el bolero balear y la jota, con su variantes los copeos y las maitexes. En Menorca se cantan los fandangos menorquines, y en Ibiza, los bailes típicos de sa curta y sa llarga. Existe también, desde la década de 1960, una nueva música popular (María del Mar Bonet, Música Nostra, Uc y Raels) que, con sonidos actuales y en la lengua autóctona, recoge y recrea formas musicales tradicionales.
Gastronomía
La gastronomía es el resultado de una típica agricultura mediterránea (aceite de calidad, cocas de pan, vino y carnes, en especial cerdo).
Hay algunas influencias externas, como la anglosajona en Menorca, proveniente del periodo dominación inglesa de la isla, o la variedad de platos de pasta, que nos habla de una cierta influencia italiana. Algunos platos típicos, entre muchos otros, son el trempó (ensalada de tomates, pimientos, cebollas y alcaparras con otros ingredientes), pilotes a la menorquinesa (albóndigas de carne, sobrasada, piñones, huevos y verduras), capirotada de conill (conejo con leche de almendra y yemas), langostas en caldereta menorquina o a la ibicenca, sobrasadas, pescados frescos y las fritadas de cerdo. Los quesos de leche de cabra, oveja o vaca son sabrosos y apreciados, como el de Mahón; son tradicionales los requesones, tomados solos, en relleno de las tradicionales duquesas y empanadillas (robiols) o utilizados para fabricar la coca de brossat. Hay una variada gama de licores: palo de quina, licores de hierbas (la farigola de Ibiza) y la ginebra de Mahón. Aunque la ensaimada es lo más popular de la bollería balear, existe, además, una rica variedad de dulces: panellets de tots sants, buñuelos de viento, galletas de Inca o crespells, entre otros.
Arte
Las primeras manifestaciones artísticas del archipiélago son las esculturas talayóticas y los monumentos megalíticos. De la colonización romana queda el teatro de Alcúdia. De la época musulmana cabe citar el palacio de la Almudaina, en Palma, la residencia de Alfabia y conjuntos urbanos que han conservado el aspecto de aquella época, como Fornalutx y Bibiaraix. En el siglo XIII, después de la conquista catalano-aragonesa, se inician las grandes construcciones góticas, entre las que destacan el castillo de Bellver, la lonja y la catedral de Palma, una de las más bellas e importantes de este estilo. Otras construcciones destacadas son: la Real Cartuja en Valldemosa, la iglesia del Santo Cristo y la del Rosario, ambas en Ciutadella, y la casa Mercadal de Mahón.
Historia y Economía
Los primeros pobladores estables de las islas llegaron a Mallorca y Menorca en la edad del bronce, desarrollando una importante cultura megalítica cuyos monumentos más significativos son los talaiots, o torreones defensivos, las taulas, formadas por una gran losa horizontal sobre otra vertical, y las navetas, de forma semejante a una nave invertida.
A partir del siglo VI a.C., los pobladores recibieron una fuerte influencia de los griegos.
La influencia cartaginesa se dejó notar en Ibiza y en Menorca, donde fundaron colonias como Portus Magonis (Mahón) y Jama (Ciutadella).
A finales del siglo II a.C., los romanos ocuparon el archipiélago, fundando, entre otras, las ciudades de Palma y Pollença.
Tras las invasiones de vándalos y bizantinos, las islas fueron tomadas por los musulmanes (902), que permanecieron en ellas hasta el siglo XIII. La presencia musulmana supuso, además de otros efectos, cambios en la agricultura, mejorando cultivos e introduciendo técnicas para la extracción de agua, como el molino de viento o la noria.
En 1229, el rey Jaime I el Conquistador ocupó con tropas catalanas Mallorca y, seis años más tarde, Ibiza. Menorca fue conquistada en 1287 por Alfonso III. Jaime I dejó las islas conquistadas junto con el Rosellón, Cerdaña y el condado de Montpellier a su hijo menor, Jaime II, que tomó el título de rey de Mallorca en 1276, separándose de la Corona catalano-aragonesa.
En 1343, el rey aragonés Pedro III derrotó a su primo Jaime III de Mallorca, tras lo cual las islas quedaron nuevamente integradas en la confederación aragonesa, aunque conservando sus instituciones y su condición de reino.
Durante estos siglos medievales la prosperidad comercial de los puertos de Palma de Mallorca, Mahón, Ciutadella y Eivissa dio origen a una aristocracia ligada al comercio ultramarino, que vino a unirse a la tradicional nobleza terrateniente.
El descubrimiento de América y el consiguiente desplazamiento de la actividad comercial hacia el Atlántico provocaron una cierta decadencia durante toda la edad moderna; la economía se hizo casi de subsistencia y las pestes azotaron frecuentemente a su población; la de 1652 aniquiló a una quinta parte de los habitantes del archipiélago.
La guerra de Sucesión española, del siglo XVIII, supuso la anexión de Menorca a la Corona británica (véase Tratado de Utrecht).
En 1756, fue conquistada por tropas francesas pero, siete años después, la volvieron a ocupar los ingleses.
Hasta su definitiva reintegración a España, en 1802, la isla cambió varias veces de manos.
En el periodo de dominio británico, sobre todo bajo el mandato de Richard Kane (1712-1736), la isla conoció un momento de gran pujanza económica.
Desde finales del siglo XVIII, la tendencia económica cambió y se inició un largo ciclo de fluctuante crecimiento basado en el resurgimiento de la agricultura, la instalación de pequeñas industrias y la posibilidad de comerciar con América.
En 1875 se construyó el ferrocarril Inca-Palma-Manacor, que servía para transportar los productos del interior (vino sobre todo), hasta el puerto.
A finales del siglo XIX ya se habían consolidado algunas industrias (textil, calzado y astilleros) que dieron origen a un incipiente movimiento obrero.
De principios del siglo XX datan los primeros grupos autonomistas, muy influidos por el catalanismo político, que tuvieron éxito en ciertos grupos de la pequeña burguesía. Este movimiento autonomista no fue capaz de aglutinar a las fuerzas vivas de todas las islas y, mientras que durante la II República, la Associaciò per la Cultura de Mallorca redactó un proyecto de estatuto para las islas que no se llegó a consensuar, los autonomistas de Menorca eran partidarios de la incorporación de su isla a la Generalitat de Cataluña. En cualquier caso, las fuerzas conservadoras, muy ligadas al caciquismo tradicional y muy poco autonomistas, fueron predominantes en el panorama político de la región.
En 1936, con el inicio de la guerra civil española, el archipiélago queda dividido en dos zonas: la parte central y oeste (Formentera, Ibiza, Mallorca) quedan dentro del área dominada por los militares alzados contra la Segunda República Española, mientras en Menorca fracasa la insurrección. En los primeros meses del conflicto, se desarrollará desde Cataluña principalmente, una operación para tomar Mallorca, el llamado desembarco de Mallorca, que se desarrollaría entre agosto y septiembre de 1936 y que finalmente sería rechazado por el ejército franquista, volviendo a quedar las cosas igual que antes. En ese momento llegaron desde Italia refuerzos aéreos y de tierra dirigidos por el jerarca fascista Arconovaldo Bonaccorsi, que durante algunos meses de 1936 se convirtió en el verdadero jefe de Mallorca. De hecho, durante toda la contienda la isla de Mallorca se convirtió en una importante base aeronaval italiana, desde la cual las fuerzas italianas acosaron las rutas de suministro republicanas y bombardearon sistemáticamente la retaguardia republicana en Levante. En febrero de 1939 la isla de Menorca fue ocupada por las tropas franquistas.
Tras la transición regresan los ánimos autonomistas y en 1983 finalmente es aprobado un Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares.
Economía
La economía balear ha experimentado cambios importantes en la segunda mitad del siglo XX; la agricultura ha pasado de ocupar el 40% de su población activa a poco más del 6%. El trasvase se ha producido hacia el sector terciario, que emplea a más del 70% de la población activa en hostelería y turismo.
La actividad agraria producía tradicionalmente los cultivos de la trilogía mediterránea (cereal, vid y olivo). En las últimas décadas, ha disminuido la tierra cultivada, se han ampliado las zonas de regadío y se han diversificado los cultivos, que intentan orientarse al mercado que ha originado el impacto turístico.
Respecto a la estructura de propiedad de la tierra, hay que distinguir algunas diferencias entre las distintas islas: mientras que en Ibiza predominan las pequeñas y medianas explotaciones, en Menorca hay grandes propiedades que emplean mano de obra asalariada; esta estructura menorquina se ha visto favorecida por el sistema de hereu o heredero único de la propiedad. En Mallorca se dan todos los tipos de explotación: en el norte grandes propiedades y en el resto de la isla predominan las pequeñas y medias. Actualmente, se está produciendo un cambio de la estructura de propiedad de la tierra.
En Mallorca e Ibiza hay gran cantidad de cultivos arbóreos, sobre todo almendros (la higuera y el algarrobo, importantes en tiempos pasados, están en retroceso), alternando con los herbáceos (forrajes) y con una gran producción de hortalizas. En Menorca, debido al fuerte viento, el árbol es prácticamente inexistente y predominan los cultivos herbáceos (cereales y forrajes).
La ganadería es una actividad menor, aunque el vacuno para la producción de leche y la fabricación de quesos cuenta con una cabaña de 35.311 cabezas. El ovino se ha incrementado en los últimos años llegando a contabilizar unas 300.000 cabezas que cubren, en parte, la mayor demanda de carne debida al sector turístico.
Los recursos pesqueros, de gran tradición en las islas, se han visto muy reducidos por la sobrepesca y la contaminación. Existe una flota de bajura que atiende la demanda de pescado fresco y que recala en los puertos de Palma, Alcúdia, Andraitx, Mahón (Maó) y Ciutadella.
La industria representa el 18% del producto interior bruto (PIB) de la región. Aparte de la construcción, que es sin duda la principal actividad, existen algunas industrias tradicionales que se mantienen, no sin pasar periódicas crisis, como el calzado, la bisutería y el mueble. Hay empresas de curtido de pieles para proveer la industria zapatera y la de confección, de productos agroalimentarios (quesos, embutidos y bebidas alcohólicas), y las dedicadas a la fabricación de productos de artesanía para el mercado turístico.
El turismo es, la principal base de la economía balear. Es la provincia española que cuenta con mayor número establecimientos hosteleros, 1.271 en total y con mayor número de apartamentos turísticos (36.788. Ofrece una capacidad de más de 400.000 plazas. Cada año visitan las islas unos siete millones de turistas, lo que hace del turismo el sector más importante en la actividad económica de la comunidad autónoma (contribuye con un 80% al producto interior bruto regional). Las Islas Baleares se sitúan a la cabeza del país en cuanto a renta per cápita.
Comunicaciones y comercio
La fuerte demanda de productos que conlleva el sector turístico provoca que la mayor parte del aprovisionamiento provenga de fuera de las islas, los puertos (y en especial el de Palma de Mallorca), tienen un intenso tráfico comercial. El conjunto de los puertos insulares reciben 23.711 buques de mercancías, situándose en el primer lugar dentro del conjunto español en este apartado. El aeropuerto de Palma de Mallorca, Son Sant Joan, es uno de los primeros de España en número de viajeros, en especial los que se trasladan en vuelos chárter.
Las islas Baleares disponen de una adecuada red de carreteras y Mallorca cuenta con autovía que facilitan los accesos a la capital. Existen, además, dos líneas de un viejo ferrocarril, más pintoresco que veloz, que enlaza Palma con el interior de la isla. La actividad comercial se sitúa en los principales centros turísticos y en las ciudades: en Menorca, en Mahón y en Ciutadella, y en Mallorca, en Palma, Inca, Sa Pobla, Pollença y Sóller, en donde todavía se celebran mercados semanales que tienen su origen en la función tradicional de centro comercial de las comarcas agrícolas.