El Mirabaud se encuentra en el buen vagón en su salida del Mediterráneo
Dominique Wavre y Michèle Paret han atravesado durante la pasada noche el estrecho de Gibraltar, en la tercera posición según la clasificación provisional. Llevaban unas 30 millas de retraso con respecto al barco líder, el Paprec Virbac 3 de Jean-Pierre Dick y Loïck Peyron, lo que supone unas tres horas de diferencia en cuatro días de regata.
“Estamos contentos a pesar de que nuestro recorrido por la costa marroquí se ha visto afectado por peripecias que no tienen nada que ver con la regata”, afirma Dominique haciendo alusión a la inspección a la que el velero se vio sometido ayer por parte de funcionarios de aduanas marroquís. “El barco va bien y hemos cogido un ritmo que nos viene como anillo al dedo. No vamos a dejar que este episodio nos desmoralice”.
Los cuatro primeros días de la prueba han estado plagados de remontadas. Todo comenzó con una salida a medias tintas en Barcelona, ya que tuvieron dificultades para relanzar la velocidad del barco con brisas ligeras tras desembarcar al equipo técnico. “No estamos muy satisfechos con la salida”, contaba Michèle poco después. “Fue un momento frustrante, pero afortunadamente no ha tenido mayores consecuencias”.
La Nochevieja no pudo celebrarse por todo lo alto en el Mirabaud. Michèle relataba que los barcos “que estaban en contacto por radio VHF se han felicitado el año y nosotros hemos hecho una pequeña pausa para comer sándwiches”. Los co-patrones del Mirabaud pudieron manejar bien las dificultades meteorológicas que iban encontrando por el camino y consiguieron colocarse rápidamente en el grupo de cabeza, donde continúan.
Las dificultades han continuado cruzando el Mediterráneo y la peor no entraba dentro del diverso abanico de posibilidades.
Mirabaud fue abordado el lunes por la tarde por una lancha de las autoridades aduaneras marroquíes. Varios de sus ocupantes se subieron a bordo del velero de forma agresiva y autoritaria y llevaron a cabo un registro del barco, tirando por tierra bolsas, vaciando los contenedores de comida liofilizada y rompiendo los embalajes al vacío que habían sido cuidadosamente preparados en las últimas semanas. Pisotearon varias de las bolsas que contienen material electrónico y la cabina del barco quedó como una leonera. Los aduaneros se marcharon media hora más tarde tras recibir una llamada por radio.
Contactado por teléfono satélite poco después del incidente esto es lo que nos contaba Dominique: “Conservamos la moral; ahora estamos organizando el barco y colocando todo en su sitio. Vamos a intentar no dejarnos desmoralizar por lo acontecido”.
Michèle Paret ha relatado con detalle el incidente en el mensaje que puede leerse en la página de internet oficial del equipo: www.dominiquewavre.com.
Dominique y Michèle salieron hace cinco días de Barcelona y ya navegan en el Atlántico.
Las próximas etapas interesantes serán la travesía de las islas Canarias y la del Atlántico en dirección al oeste con el fin de bordear el anticiclón de Santa Elena, para entrar finalmente en los ’40 rugientes’, premisa a 40 días de frío y fuerte viento en dirección al Cabo de Hornos, pero esto será otra historia.
Cuatro días es a la vez poco y mucho tiempo. El Mirabaud, completamente privado de referencias hasta la salida de la Barcelona World Race y remozado en la primavera y verano pasados, no había aún tenido la ocasión de medirse
a sus adversarios y de comprobar las modificaciones llevadas a cabo. Ahora es la hora de hacerlo.
“Es cierto que hemos navegado junto a otros veleros de la flota desde la salida el día 31”, cuenta Dominique, “y podemos decir que el velero marcha muy bien. Sin embargo sólo hemos vivido una pequeña muestra de las diferentes condiciones meteorológicas que encontraremos en el camino, esencialmente las brisas ligeras y medias. En estas condiciones, sin duda, estamos al mismo nivel que los mejores”.
Si nos fijamos en la punta de velocidad, no hay mucho más que añadir en este comienzo de regata: el Mirabaud está en el grupo de cabeza y las diferencias de clasificación se explican por las elecciones estratégicas de rumbo tomadas por las distintas tripulaciones. “Pero está claro que siempre podemos hacerlo mejor con tiempo disponible”, precisa Dominique. “Hemos preferido elegir el rendimiento y desde este punto de vista, todo va bien. Sin embargo, no hemos podido poner en práctica soluciones que permitan acelerar el cambio de peso en el interior del barco, al contrario que algunos de nuestros competidores.
Debemos asumir las consecuencias, sobre todo en el Mediterráneo, donde las condiciones son muy cambiantes e irregulares y donde es necesario adaptarse constantemente.
Es un trabajo muy duro”.
Dominique sabe con certeza que el Mirabaud es un velero muy técnico y sensible. “Requiere mucha atención por nuestra parte”, explica. “Va rápido pero exige que llevemos la caña al máximo y que lo reglemos permanentemente. Es el precio que tenemos que pagar pero estamos contentos de hacerlo”.