Vendée Globe. Marc Guillemot: “Tres meses de regata, tres meses en una nube”
Marc Guillemot tomará la salida de su segunda Vendée Globe, a bordo del mismo barco que hace cuatro años. Sin embargo, el patrón del Safran no quiere revivir la misma aventura que durante la última edición, en la que encadenó un berenjenal tras otro.
¿En qué estado de ánimo enfoca la salida?
Estoy relajado, el barco está a punto, todo va bien. No sé si el viernes diré lo mismo, porque la última semana, hay tanta gente que hace subir la presión.
¿Cómo se hizo navegante?
Cuando era un chaval, solo pensaba en eso. Con la selectividad en el bolsillo, logré navegar. Hicimos cosas con Bertrand de Broc, hicimos una transat a dos, deberíamos de tener 19 años y lo hicimos bastante bien. Luego, me embarqué con Patrick Morvan en diferentes catamaranes. También hice mucho Figaro, era un poco al principio de la profesionalidad. Empecé a ganarme la vida como navegante casi en seguida, aunque hubo sus más y sus menos. No nadábamos en la abundancia, pero hacíamos lo que queríamos y nos gustaba, sin contar. Es la gran diferencia con lo que hoy viven los jóvenes. Seguimos a los ancianos (gira la cabeza y sonríe a Jean-Yves Terlain que pasa por allí), los Terlain y demás nos hicieron soñar cuando hubiéramos tenido que dejar de soñar y trabajar un poco para preparar nuestra selectividad. Por tíos como ese, los estudios han sido difíciles (risas).
¿Cuáles son sus mejores recuerdos como navegante?
¡Tengo muchos! He hecho dos transats a dos con Bertrand de Broc y están plagadas de súper-recuerdos. Hice una vez la transat inglesa y la segunda vez la transat AG2R. Hubo el récord del Atlántico con Patrick Morvan, que fue un gran momento, las llegadas de la Ruta del Ron, en 2002 y además con Safran en 2010. Y, por supuesto, la Vendée Globe, la llegada, que fue un momento verdaderamente excepcional. Como es una regata que dura mucho tiempo, estás mucho tiempo en tu nube. Tres meses de regata, tres meses en una nube, es la tarifa. Solo por el tiempo que se tarda en aterrizar después de una Vendée Globe, ya vale la pena hacerla. Es un gran momento de verdad, me encantó. Es una de las razones por las que he querido volver a hacerla.
“¿La Vendée Globe? ¡Es una carrera de mickeys!’
Qué representa la Vendée Globe para usted?
¡Es una regata de mickeys! (Risas) Más en serio, es una regata bastante mágica porque pasará todo lo que no prevés. Es una sucesión de incógnitas que habrá que gestionar día a día durante tres meses. Los otros dos momentos muy fuertes, y que son los que hacen la magia de la Vendée Globe, son la salida y la llegada. Son momentos excepcionales. Así pues, está toda la regata con las sorpresas que hay que gestionar, el lado emocional de la salida y además la euforia en el momento de la llegada.
¿Son esos momentos los que han empujado a tomar la salida de la Vendée Globe por segunda vez?
Sí, absolutamente, pero también hay otras cosas. De todos modos, siempre se pueden encontrar toneladas de argumentos que hacen que se va o no se va. Yo sólo he encontrado argumentos para ir. Es la magia de la Vendée Globe. De los 20 barcos, hay una docena que pueden ganar. Es un poco arbitrario lo que digo, pero entre los otros siete u ocho hay uno que puede dar la gran sorpresa. E incluso sin ganar, puede tener historias fabulosas que se escribirán entre los 20 competidores. Es la magia de la Vendée, hay uno que gana y todos los demás pueden hacer cosas extraordinarias.
¿Qué opina de la participación de este año y de los 19 patrones que lo acompañarán?
Lo interesante de esa participación es que de 20, hay 12 que pueden ganar, cuando en 2008 de los 30 había 8 que podían aspirar a la victoria. Y cuando digo esto, ¡quizás ganará uno de los otros 8! Todo el mundo va para hacer algo, para escribir una historia y a este respecto puede estar seguro que la pelea será intensa, y muy larga.
¿Cómo nació su cooperación con Safran?
¡Rechacé las ofertas de otros patrocinadores porque Safran me parecía el más motivado! (Risas). No, en realidad, nuestra cooperación empezó de un forma rara respecto a los demás. Por lo general, es el patrón quien busca un patrocinador. Con Safran fue al revés, fueron ellos los que lanzaron una oferta para hacer la Vendée Globe 2008. Participé pues en ese ‘casting’ y por lo visto soy quien mejor respondía a su proyecto. Hoy, nuestra relación va mucho más allá del aspecto puramente deportivo. Entre nosotros hay una verdadera complicidad y compartimos muchas cosas. ¡Nos buscábamos, y nos hemos encontrado!
¿Qué es lo más bonito y lo más duro en la Vendée Globe?
Lo más bonito es la llegada. Es el momento en que rehaces toda la película en tu cabeza. Son las últimas millas que desfilan. Al mismo tiempo, estás un poco inquieto, tienes miedo de romper justo antes, intentas no se embalarte. Es lo que me pasó con mi quilla en la edición precedente. Limpié todo el barco con vistas a la llegada, y entonces descubrí que la quilla fallaba. Me doy cuenta de que hice algo increíble acabando la Vendée Globe sin quilla…
Lo más duro es el cansancio, el frío en los océanos Australes. La angustia relacionada con los icebergs. Lo más difícil es seguir yendo rápido en un entorno hostil. En la bahía de Quiberon, es fácil de ir a 20 nudos durante un día. En cambio, en 80 días, hay que aguantar de verdad.
¿Qué busca en la Vendée Globe?
La llegada, que no es poco. Espero que la línea de llegada sea muy clara.
“En una regata como la Vendée Globe no se puede prever nada”
La encontró hace cuatro años…
En la última edición, era bastante especial. Como mucho, hace cuatro años salí a buscar el resultado, la regata, y de hecho pasaron tantas cosas, a los demás y a mí, que se convirtió en una sucesión de aventuras. Por esto en la llegada dije que había encontrado todo lo que no había venido buscar. Este año, preferiría que dominara la regata. Pero no se puede prever nada en una regata como la Vendée Globe, o sea que… Inch’ Allah.
En 2009 subió al podio. ¿Cuál es su objetivo este año?
El objetivo esllegar a Les Sables d’Olonne en buen estado y la clasificación estará en concordancia con esto. Quien llega en buen estado tiene todas las posibilidades de estar en Les Sables d’Olonne para recibir a los demás.
¿Qué ha cambiado en su preparación respecto de la última edición?
El barco mantiene la misma ergonomía. Se ha mejorado un poco la comodidad, se ha puesto un ‘abrigo de jardín’ en la bañera. Este abrigo me permitirá hacer las maniobras sin tener que ponerme siempre mi traje de agua. Estaré al abrigo de las grandes nieblas y creo que no está mal, porque lo que de verdad cansa mucho en el Sur es estar bajo el agua cada vez que hay que maniobrar. Cuándo se está en los alisios con el agua a 25°, no pasa nada, pero cuando recibes paquetes de mar a 3 o 4° y nieva, no es lo mismo. Además, hemos separado el habitáculo dos zonas, con una zona cerca de la salida para la cocina y la vigilancia, y una zona un poco más aislada cerca del ordenador de las literas. ¡En cuanto al aislamiento, si las clases energéticas de las casas van de la A a la C, yo estaría en la W!
¿Cómo le hizo evolucionar su primera Vendée Globe como navegante?
En cada regata evolucionas, cambias. Cada experiencia vivida permite modificar algunas cosas en tu preparación, en tu comportamiento, en tu modo de gestionar el barco. Y una experiencia como la Vendée Globe es muy rica, porque en lugar de durar 15 días como una transat, dura 3 meses. Pero en cuatro años, se pueden olvidar las dificultades que se han tenido. La memoria es bastante selectiva y tiene tendencia a olvidar los malos momentos para quedarse solamente los días soleados. Hay que anotarlo todo. A la llegada lo hablamos con el conjunto del equipo. Esto permite no olvidar y anticipar mejor las cosas.
“Sobre todo, que no falte nada en los océanos Australes”
¿Qué más ha cambiado?
Es un detalle, pero opino que estoy mejor equipado a nivel del avituallamiento. No estaba demasiado mal hay cuatro años, pero he intentado de mejorar aún más las cosas. A nivel de la ropa también estoy mejor equipado. Parece anodino, pero es absolutamente esencial. No puedes empezar los océanos Australes y ver que no tienes nada seco. Cuando uno va mucho tiempo a esos sitios, hay que tener bien preparadas esas cosas.
¿Cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles?
¡Los puntos fuertes! Conozco bien mi barco, me conoce bien y es un buen barco. Además, está mi mujer, Christine Vannier, que lo ha decorado y lo ha hecho muy bien. Es bueno navegar en un barco bonito. Es exactamente como lo quería, hemos trabajado bien con los equipos, con los arquitectos. Otro punto fuerte es que no me rindo fácilmente. Y los puntos débiles, me los guardo para mí, pero todos mis rivales los conocen (sonrisa).
¿Para terminar, qué opina del juego virtual ‘Reto Safran’?
Encuentro que es una súper-idea, que permite acercar a los jóvenes diplomados al grupo. Pero la magia de la Vendée Globe es esto. Se pueden hacer operaciones y gracias a esta regata, algunos jóvenes pueden sentirse interesados en trabajar para Safran, lo que da una cierta legitimidad al proyecto. Estoy más bien orgulloso de formar parte de eso, porque las regatas virtuales en general son bastante increíbles. Permiten a la gente irse también ellos de regata. En 2008 conocí a muchos jugadores de Virtual Regatta a mi llegada y algunos me explicaban cómo habían corrido al tiempo que yo. Algunos me decían: “En ese sitio me has sacado un puñado de millas. ¡Era mágico!