Pablo Arrarte: “La Volvo es mi universidad y mi Máster”
Con 37 años cumplidos hace apenas un mes en pleno Atlántico y afrontando su cuarta vuelta al mundo, el santanderino está considerado como uno de los mejores conductores de la flota. Su capacidad de trabajo en equipo, sus ganas y su temple son algunas de las características que más le definen. Hablamos con Pablo Arrarte, jefe de guardia del MAPFRE.
Ciudad del Cabo (Sudáfrica), 5 de diciembre de 2017
Tu nombre suena por ser uno de los mejores conductores de la flota ¿Por qué crees que es así?
Xabi creyó que podía hacerlo bien porque es cierto que ya tengo bastantes millas recorridas en los VO65. Hice la vuelta anterior con Brunel en la misma posición, he navegado en muchos otros barcos y últimamente tengo el rol de trimar y conducir, así que quizá entre todo esto Xabi ha considerado que podía hacerlo bien y ha confiado en mí, y yo encantado porque es lo que más me gusta hacer.
Además de conductor también eres uno de los jefes de guardia ¿En qué consiste este puesto y cómo es tu rutina diaria a bordo?
El patrón es el mayor responsable del barco, pero obviamente no puede estar 24 horas al día en cubierta y además estar en la mesa de navegación tomando decisiones y revisando el rendimiento del barco. Por lo tanto, cuando Xabi no está en cubierta, durante mi guardia yo me convierto en el responsable y Rob, que es el otro jefe de guardia, lo hace durante la suya.
Normalmente de las cuatro horas que estoy en cubierta Xabi está dos conmigo, y durante las otras dos horas es mi responsabilidad que el barco vaya rápido y que todo el mundo esté a salvo. En el caso de Rob ocurre lo mismo.
¿Podrías explicarnos cómo es un día típico de regata para ti, tus prioridades y qué tienes siempre en mente?
Mi prioridad número uno es que no le pase nada a nadie, que todo el mundo tenga cuidado y no sufrir ningún riesgo absurdo. La segunda es que el barco vaya rápido en todo momento, que seamos dinámicos y mantengamos todo el tiempo el máximo rendimiento posible. Lo que tengo siempre en mente es tratar de ser más rápidos que el barco de al lado.
¿Qué cualidades no pueden faltar en un regatista oceánico?
Algo fundamental es que hay que ser muy polivalente. Aquí no hay un caña o un trimmer sino tripulantes que valen para todo y que pueden hacer de todo. Tampoco pueden faltar las ganas y que te guste la competición. Ser dinámico, activo y poco perezoso, ya que tienes que levantarte mucho de la cama, duermes poco y muchas veces hace frío fuera y está todo mojado, así que hay que echarle valor y salir con ganas haya lo que haya en cubierta.
Además, es importante tratar de mantener la sonrisa siempre y, por supuesto, ser tolerante y confiar en tus compañeros.
Una de las cosas que más se comenta es lo igualado y lo cerca que estáis todos los equipos durante las etapas, lo que también provoca cierto estrés…
Está claro que en estos barcos, al ser iguales, la diferencia la marca la tripulación. Hay que tener buenos conductores y buenos trimmers, y yo creo que hemos conseguido formar un buen equipo. Para nosotros esta forma de navegar es más cansada, pero estar luchando metro a metro también te mantiene activo y atento todo el día. Las guardias se pasan mucho más rápido teniendo un barco al lado.
Y a bordo, ¿hay competencia entre guardias?
Tenemos piques bonitos, piques competitivos tanto entre guardias como dentro de la misma guardia. En mi guardia, por ejemplo, Blair, Xabi y yo somos los que más conducimos, y cuando nos ponemos uno u otro a la caña siempre nos fijamos en el indicador del rendimiento del barco para intentar mejorar a nuestro compañero.
La verdad es que hay veces que ese dato no significa nada porque cambia el viento o porque hemos hecho un cambio de velas, pero tenemos ese pique divertido que nos mantiene a todos encendidos y muy activos.
Después de una etapa larga como esta última, ¿habéis descubierto algo más de vuestros rivales?
Sí, sin duda. Cada día aprendemos mucho de ellos y también de nosotros mismos. La verdad es que es una pasada lo que estamos evolucionando en nuestra manera de llevar el barco, la forma de trimar las velas, la navegación… Cada día seguimos mejorando y todavía tenemos margen para seguir haciéndolo, lo que es algo que también te mantiene motivado.
¿Cuál es la velocidad máxima a la que has navegado llevando tú el timón?
Creo que no sabría decirlo con seguridad, pero tengo el recuerdo de los 31 nudos a bordo de un V065. En un barco un poco más grande, en un 100 pies, la máxima tal vez haya sido unos 35 o 36 nudos.
Y por último ¿qué te ha quitado la Volvo Ocean Race y qué te ha dado?
Me ha quitado tiempo de estar en casa, que para mí es algo muy valioso. No estar con los míos es lo más duro de esta regata, pero por otro lado también me ha permitido dedicarme a lo que me gusta y tener la suerte de subirme a un tren en el que he tenido la oportunidad de navegar en muchos barcos y conocer a muchísima gente, y eso es algo que no tiene precio. Además, como persona he mejorado y aprendido muchísimo de toda la gente con la que he estado. Es mi universidad y mi Máster, y tengo la suerte de que me sigue encantado y ojalá dure mucho tiempo.