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La clásica de Navidad celebra su 70ª cumpleaños

La clásica de Navidad celebra su 70ª cumpleaños

La Rolex Sydney Hobart Yacht Race celebra su 70a edición este año, un logro memorable para una regata de altura que se ha convertido en una clásica internacional desde su creación en 1945.
A lo largo de su flamante historia, la Rolex Sydney Hobart ha rendido homenaje a hazañas de valentía, de extraordinaria habilidad en la navegación, de velocidad y esfuerzo; ha sido testigo de adversidades y superado tragedias, y ha atraído a personas de índole muy diversa a participar en este rito iniciático de la náutica. La regata ha sido conquistada tanto por barcos de 9 m de eslora con tripulaciones aficionadas como por superveleros imperiosos de 30,5 m con marineros profesionales.

Rolex ha patrocinado la competición desde 2002, una parte integral de su triunvirato de regatas clásicas de 600 millas náuticas, que comprende asimismo la Rolex Fastnet Race del Reino Unido (celebrada por vez primera en 1925) y la Rolex Middle Sea Race (que data de 1968). Los valores de aventura, coraje, determinación, descubrimiento y deportividad distinguen a estas regatas de altura de otros eventos de vela y reflejan un espíritu deportivo riguroso con el que Rolex se enorgullece de estar asociada.

La idea original de navegar desde Sídney hasta Hobart, Tasmania, fue concebida por los miembros del Cruising Yacht Club of Australia (CYCA) muy poco después de su creación en 1944. Originalmente planificada como un crucero, la historia cuenta que John Illingworth, un oficial de la armada británica residente en Sídney que había competido en la Fastnet en 1937, tan sólo aceptaría tomar parte en ella si los demás participantes la “convertían en una competición”, lo que hicieron. Nueve veleros –que iban de 9 a 19,2 m de eslora– participaron por primera vez en la regata.

En comparación con los sofisticados equipos de alta tecnología y los sistemas informáticos disponibles para las tripulaciones en 2014, 1945 era una época muy diferente: en los años de la posguerra, los materiales eran escasos y rudimentarios. Las medidas de seguridad eran mínimas respecto a los estándares actuales, la navegación se realizaba mediante sextante y brújula y algunas tripulaciones ni siquiera disponían de radios y, por lo tanto, desconocían los pronósticos meteorológicos y los avisos de tormentas.

Cuando el velero de Illingworth, el Rani, llegó a Hobart en la noche del 1 de enero de 1946, la tripulación no tenía ni idea de su posición con relación al resto de la flota. Suponiendo que su barco era el último en llegar, Illingworth se quedó atónito al saber que su barco, el segundo velero más pequeño de la flota, había sido el primero en llegar a la meta. El Rani también resultó ser el ganador global de la regata. Como primeros receptores de la prestigiosa Tattersall’s Cup, tanto Illingworth como el Rani se han convertido en leyendas del evento.

Las historias de esa primera regata heroica, casi curiosa, impulsó a otros a participar. Muy pronto se convirtió en una tradición y, desde entonces, se lleva celebrando todos los años entre Navidad y Año Nuevo.

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Setenta años después, muchos de los valores inspirados por los fundadores de la regata siguen aún vigentes: el sentido de aventura, el espíritu luchador, la camaradería, la dedicación, el respeto a los elementos y la competición. Muchos de los valores presentes en esta regata de altura forman parte del espíritu de Rolex y explican su íntima asociación con este componente del deporte.

La búsqueda de aventura y la determinación de ser el mejor han sido intrínsecos a la historia de Rolex. En 1926, Rolex inventó el Rolex Oyster, el primer reloj de pulsera hermético del mundo. Para probar su invento, el fundador de Rolex, Hans Wilsdorf equipó a Mercedes Gleitze con un Oyster cuando cruzó a nado el Canal de la Mancha un año más tarde. El reloj Rolex emergió tras más de 10 horas en el agua en perfecto estado de funcionamiento. Gracias a su robustez, fiabilidad, precisión y funciones, los relojes Rolex constituyen herramientas del logro humano. Han aguantado la escalada a la montaña más alta del mundo (Everest, 1953) así como el punto más profundo de los océanos (Challenger Deep, 1960). Ofrecen libertad de muchas restricciones, permitiendo centrar la atención en el objetivo principal y superar los obstáculos, sin perder conciencia de la noción vital del tiempo.

La superación de retos y límites explican parte del estatus de clásica de la Rolex Sydney Hobart. Para la mayoría de las tripulaciones, las oportunidades de ganar son extraordinariamente bajas. La atracción reside en la gran cantidad de imprevistos en el recorrido de las 628 millas náuticas, la emoción y la sensación de consecución de un gran logro al llegar a la meta. La regata se ha ganado una tremenda reputación, justificada por el recorrido, que entra en algunas de las aguas abiertas más peligrosas del planeta. En 1998, una tormenta, similar en fuerza a un huracán de baja intensidad, condujo al hundimiento de cinco barcos y a la muerte de seis marineros en el Estrecho de Bass. La respuesta de los organizadores fue proactiva: se introdujeron nuevas normas y medidas de seguridad inmediatamente después del desastre.

El británico Mike Broughton, concursante habitual y navegante con una gran experiencia, cuyo primer encuentro con la regata fue en la infame Fastnet Race de 1979, ha observado muchas llegadas a lo largo de los años: “Hay una mirada en los ojos de los marineros cuando llegan a Hobart; a menudo está inyectada en sangre y con un aspecto cansado, pero en ella puede verse el júbilo de haber finalizado la regata. Refleja una extraordinaria hazaña, un inmenso esfuerzo.”

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Los concursantes se arrojan a la naturaleza salvaje para probarse a sí mismos contra los elementos. La mezcla de duros desafíos físicos está perfectamente documentada, y algunos marineros tienen que superar el miedo, algo que a Broughton le encanta explicar: “Salimos de Sídney, con un tiempo excelente y soleado, 26 grados, y comenzamos la regata. Pero giras a la derecha [sur] saliendo de los Heads [la salida del puerto de Sídney, hacia el mar abierto] y, a menudo la primera noche, vas recto hacia el sur, que trae vientos mucho más fríos procedentes de la Antártida, y el estado del mar puede estar bastante embravecido. El miedo es algo de lo que no te gusta hablar. Permanece escondido en tu mente, pero es uno de los retos de esta regata.”

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Diseñada para competir

Los grandes nombres y personajes que han competido han ayudado a alimentar el interés y la leyenda. A lo largo de los años, la regata ha atraído a políticos, magnates de los negocios, leyendas del deporte y, naturalmente, a los mayores talentos de la vela. Los ganadores notables de la Tattersall’s Cup incluyen al político británico Sir Edward Heath con Morning Cloud en 1969, el magnate de los medios Ted Turner con su American Eagle en 1972 y el incondicional americano de la vela John Kilroy y su Kialoa II en 1977.

El primer barco en terminar la Rolex Sydney Hobart siempre recibe una calurosísima bienvenida en Hobart. Los ganadores en tiempo real incluyen participantes famosos como el gigante americano de los negocios Larry Ellison con Sayonara en 1995 y en 1998, la leyenda francesa de la vela Eric Tabarly con Pen Duick II en 1967, y el empresario alemán Hasso Plattner con Morning Glory en 1996. En la última década, la competición ha estado dominada por el Wild Oats XI del productor de vino australiano Bob Oatley, un superbarco de 30,5 m de eslora que ha batido dos veces el récord de la regata y ha ganado siete victorias en tiempo real.

Atención mundial

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En Australia, una de las naciones del mundo más concienciada con el deporte, la Rolex Sydney Hobart se ha labrado por sí misma un lugar permanente en el calendario de los eventos ineludibles. En la propia Sídney, la salida de la regata atrae a multitudes al puerto durante las festividades de la llegada del verano y de fin de año. Su inicio anual el día después de Navidad, el folklore creciente sin cesar, el espectáculo: todos ellos tienen un impacto y el resultado es espectacular. “No sería lo mismo crecer en Australia y no ver el Boxing Day Test [partido de cricket] seguido por la salida de la Rolex Sydney Hobart, uno de los mayores retos de la vela”, declara Phil Waugh, la estrella australiana de la liga de rugby y miembro de la tripulación del primer barco en llegar a la meta de la Rolex Sydney Hobart en 2011.

Cientos de miles de personas se amontonan en primera línea de playa y el puerto de Sídney está abarrotado de barcos grandes y pequeños, kayaks, botes. Todo el mundo en Sídney que puede acceder al agua, lo hace, y el resto miran desde la orilla o se unen a los espectadores de la televisión internacional. Ningún otro evento de vela del mundo provoca tal ávida atención, dejando al país prácticamente paralizado durante una hora.

Es digno de destacar el hecho de que tanto la salida como la llegada sean consideradas como algo que hay que ver, algo para contar a tus amigos: ‘Yo estuve allí’. Pocos eventos de vela en el mundo pueden reclamar de verdad cruzar la frontera entre el deporte nicho y una atracción importante. En 2011, cuando los dos primeros barcos en finalizar llegaron a la meta con una distancia de tres minutos, se estimaba que había 10 000 espectadores en el muelle de una festiva Hobart cautivada por el acontecimiento.

Esfuerzo humano

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“La mayor lección que esta regata puede enseñar es la humildad. No importa de dónde procedas ni lo rico que seas o no; el mar no hace distinciones. Es lo más puro que un ser humano puede hacer: ser propulsado por el mar y el viento para llegar a un destino”, dice Sean Langman, que ha competido en la regata más de 20 veces.

A los ajenos al mar les puede resultar difícil comprender los entresijos de las regatas de vela y el sistema de hándicap que significa que el primero en llegar a la meta no tiene por qué ser necesariamente el vencedor. Lo que sí comprenden es el espíritu emprendedor, el valor y la aventura. El elemento de reto personal que impregna esta carrera juega una parte vital en captar una mayor apreciación. “Sigo volviendo porque me encanta la regata: Me gusta el desafío, la preparación y la batalla contra el océano y contra los demás barcos. Mi abuelo compitió en esta regata, mi padre también; ha pasado de unas generaciones a otras. Me siento parte de ella y espero que mi hijo haga lo mismo”, manifiesta Peter Merrington, que ha finalizado la Rolex Sydney Hobart más de diez veces.

Se trata de un reto que ha perdurado y ha atraído a la gente durante más de 70 años y que continuará haciéndolo. Al igual que escalar el Everest o sumergirse en el punto más profundo del mundo, la Rolex Sydney Hobart es un verdadero test del empeño humano.

La Rolex Sydney Hobart de 2014 comenzará a las 13:00, hora del este de Australia (AEDT)
el viernes 26 de diciembre.