El mundo del remo llora a José Ángel Lujanbio
El 'arraunlari' murio ayer a los 82 años tras una larga trayectoria deportiva donde ondeó en cinco ocasiones la Bandera de La Concha, entre otros muchos logros
El deporte del remo perdió ayer a uno de sus ilustres, José Ángel Lujanbio –22 de Mayo de 1932– a la edad de 83 años. 'Oilarra', como le conocían en el mundillo arraunlari, contaba con una trayectoria deportiva plagada de éxitos. Era una de esas personas que deja huella allí por donde pasa por su conocimiento, profesionalidad, grado de exigencia y carácter jovial. "Se ha ido como un pajarito. Sin sufrir", apuntó ayer su hijo Juan Mari, también expatrón como su progenitor.
Perteneciente a una familia de gran tradición remera, su padre Valentín también había ganado una Bandera de La Concha con San Juan, aunque él superó con creces ese palmarés. José Ángel logró ondear en cinco ocasiones la bandera donostiarra, una con Pasai Donibane (1956) y cuatro con Hondarribia (1965, 66, 67, 68) y siempre que podía se lo recordaba a su hijo Juan Mari "alzando la mano y haciendo el gesto de cinco lobitos. Teníamos ese pique sano hasta que conseguí igualarle", recuerda emocionado el primogénito.
José Ángel –padre de cuatro retoños– comenzó como remero en bateles y trainerillas, pero dado su poco peso y el carácter que demostraba, el entonces entrenador Pedro Etxeberria 'Pedrotxo' apostó por él para la popa de la embarcación. No cabe duda de que dio en el clavo con la decisión. Su participación y victoria en las apuestas contra Pedreña en los años 1965 y 1968 le hicieron aparecer también en el NO-DO junto a Franco. En los años 70 dio el saltó a Astillero donde ejerció como patrón y preparador llevando a la entidad cántabra al máximo nivel. Posteriormente regresó a las filas astillerenses a finales de los noventa.
Su larga trayectoria deportiva abarca, además, clubes como Jaizkibel, Cabo Cruz, Fortuna o Zarautz. "Era una gran amante del remo y estaba dispuesto a ir a donde fuese con tal de poder competir y estar metido en ese mundillo", apuntaron sus allegados.
En los últimos tiempos su gran afición era hacer estrobos. Había sido redero y con ello juntaba sus dos grandes pasiones. "Nos pedía constantemente material para hacerlos. Los elaboraba de manera artesanal y duraban mucho. La mayoría de los clubes tiene estrobos hechos por mi padre" apuntó Juan Mari. Eso y la pequeña huerta cercana a su casa de San Juan le mantenían activo hasta que hace un par de meses comenzó a decaer y ayer finalmente se despidió para siempre acompañado de su familia.
El mundo del remo le dará su último adiós con honores mañana, a partir de las 19.30 horas, en la iglesia de Pasai Donibane.