José Luis de Ugarte en la nao Victoria.
Quien no conoce a ese marino, joven de 75 años, navegante solitario, capaz de dar la vuelta al mundo sin escalas, pues quien no le conozca, cosa que me cuesta creer, tiene que saber que el mito viviente de la náutica española, se va a embarcar en la aventura de dar la vuelta al mundo capitaneando a 18 jóvenes tripulantes.
La seguridad y energía que emana el marino vasco José Luis de Ugarte en la nao Victoria se contagia entre la tripulación con la misma intensidad con la que ésta le transmite su ilusión, su energía ... y sus temores.
Más allá de la foto oficial que les ha hecho famosos -al recibir la pasada semana la visita de SS.MM. los Reyes-, estos jóvenes se enfrentan ahora a la dura prueba de convivir durante 18 meses, el próximo año y medio, dentro de un barco de solo 25,9 metros de eslora por 6,72 de manga, merced a los vientos y los temporales, para regresar al Puerto de Sevilla emulando el viaje de Juan Sebastián Elcano... O más bien mejorándolo, porque lo cierto es que aquella expedición solo tuvo de «Victoria» el nombre de su nao y el hecho de que un puñado de marineros pudiera regresar a casa.
Fue el 10 de agosto de 1519 cuando 250 hombres zarparon de Sevilla a bordo de cinco barcos -la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Santiago y la Victoria-, capitaneados por el portugués Fernando de Magallanes. Sin embargo, la suerte no acompañó a aquella expedición. La nao Santiago encalló en el río Santa Cruz, en Argentina; la San Antonio abandonó la Armada en mitad del viaje; Fernando de Magallanes murió en un enfrentamiento con los indígenas en Filipinas, tras haber conseguido atravesar el estrecho que más tarde llevaría su nombre; la nao Concepción fue quemada en la isla de Bohl porque faltaban hombres para tripularla; la Trinidad fue apresada por los portugueses cuando regresaba a España...
Solo se salvó la nao Victoria, que el 6 de septiembre de 1522 recalaba en Sanlúcar de Barrameda y dos días más tarde amarraba en el muelle de Sevilla. Había zarpado tres años antes y los 18 supervivientes, con Juan Sebastián Elcano como capitán, se convertían así en los primeros hombres que dieron la vuelta al mundo.
Hoy, 12 de octubre, a las ocho de la tarde, la nao Victoria volverá a salir del Puerto de Sevilla con la intención de repetir aquel periplo y regresar victoriosa hasta la capital hispalense dentro de 18 meses, en abril de 2006. La nao recalará mañana en Sanlúcar, donde hará las labores de avituallamiento como en el siglo XVI. De allí zarpará hasta Japón, donde participará en la Exposición Internacional Aichi 2005. Para permitir que la nao llegue a su destino a tiempo, el 25 de marzo, no recreará exactamente la ruta que realizó hace cinco siglos, ya que cruzará por el canal de Panamá en lugar de atravesar el peligroso estrecho de Magallanes. En concreto, partirá hacia Tenerife y zarpará después rumbo al puerto colombiano de Cartagena, donde prevé llegar a final de noviembre. Tras cruzar el canal de Panamá recalará en Acapulco -donde pasará el fin de año- y Hawai, desde donde llegará a Aichi. En Japón recorrerá en seis meses los puertos de Nagoya, Kobe, Osaka, Nagasaki, Ise, Yokohama y Tokio.
Dentro de un año exactamente, la nao tiene previsto iniciar la vuelta, recorriendo el Mar de japón, el Mar de China, el índico, el Mar Rojo, el paso de Suez y por último el Mediterráneo pasando por Grecia e Italia antes de alcanzar Sevilla. Ese es el recorrido y los plazos previstos por el proyecto si todo sale como está previsto. No obstante, sus 18 tripulantes deberán enfrentarse en todo ese tiempo a una doble dura experiencia: la de la convivencia a bordo y la de hacer frente a los imprevistos y las situaciones límite a las que en ocasiones se enfrentarán debido a las inclemencias de la mar.
Junto a los 18 tripulantes viajarán varios científicos, que estudiarán diversos aspectos del viaje como la piel, los alimentos a bordo, la construcción naval en el siglo XVI y aspectos técnicos de la navegación. Tampoco faltará un estudio antropológico para analizar la vida a bordo de esos 18 meses.
Durante los últimos días, la actividad en el barco ha sido frenética. Además de atender la visita del público en el Muelle de los Delicias, los marinos han ultimado los detalles.
La bodega se ha terminado de acondicionar para la vida a bordo, ya que en este viaje acogerá una especie de gran camarote donde 24 literas corridas servirán de lugar de alojamiento y, si se puede, descanso, algo que algún marinero reconoce que será difícil al principio... «solo hasta que nos acostumbremos al oleaje, los ronquidos y el calor humano del camarote común», bromean.
Más allá de las gracias para relajar el ambiente, en la nao se percibe el nerviosismo de los jóvenes que se van a enfrentar a esta dura prueba. El barco se ha restaurado para incorporarle algunas mejoras en la calidad de vida de la tripulación, que hace cinco siglos dormía en cubierta y dedicaba la bodega íntegramente a almacenar los alimentos. No obstante, contar con dos lavabos e inlcuso dos mínimas duchas para todos no es precisamente un crucero de placer.
Tampoco las condiciones técnicas del barco serán exactamente iguales a las de hace cinco siglos -lleva un motor y dispositivos de posicionamiento ante posibles eventualidades-, aunque eso no impedirá que parezca una pequeña cáscara de nuez flotando en mitad del océano. El capitan de la nao, José Luis de Ugarte, que el fin de semana acudió a Bilbao para despedirse de los suyos antes de partir, aseguraba allí que el barco «navega mejor de lo que parece», aunque reconocía la aventura que supone este viaje.
La tripulación ha estado los dos últimos meses haciendo pruebas por la costa de Cádiz y Huelva, donde han tenido oportunidad de comprobar la navegación, la función de cada uno en la nao y también de conocerse. No en vano, estos 18 hombre, de entre 75 a 21 años, se van a convertir en los próximo 18 meses en algo más que amigos. Serán familia y compañeros de fatigas en la mayor aventura de sus vidas.