El faro de la Mola o el fin del mundo
Formentera.- ¿Donde puedo situar el fin del mundo? Tal era la pregunta que se formulaba el escritor y visionario Julio Verne. El genial autor se inspiró directamente en el faro de la Mola para escribir una de sus más famosas novelas.Todo empezó cuando quedó con su amigo el archiduque Luis Salvador de Austria para circunnavegar a vela las Pitiusas a bordo del yate Nixe. A partir de ahí salieron varias aventuras de los sueños del hombre que dijo proféticamente: «Todo lo que un hombre imagina, otros podrán hacerlo realidad».
La Mola es la zona más 'alejada' de la isla. No significa, pero, que su visita no sea obligada. Se trata también de la zona más elevada, 192 metros sobre el nivel del mar.
Su faro destaca por su majestuosidad, punto de referencia para navegantes y aventureros.
Y es que la punta del faro es una frontera con lo sobrenatural. Situado muy arriba del mar, centenares de metros que caen en abrupta pendiente, sus vistas son sobrecogedoras. La caseta del farero está pendiente en el acantilado sobre un mar más que azul, entre turquesa y cobalto en los días claros, pero que se torna en un púrpura agresivo cuando barrunta la tormenta.
Llegar, toda una aventura
El llegar es toda una aventura. Si no se atreve a navegar en estos días de viento siberiano olvídese. De todas formas merece la pena que haga un esfuerzo y venza su temor atávico a la mar y embarque en uno de los ferries que le dejarán en la isla de Formentera en tan sólo 25 minutos.
Una vez ha llegado al puerto de la Sabina, alquile un coche o una bicicleta si tiene suficiciente moral. Entonces podrá iniciar una pequeña aventura en la que podrá soñar que emula a Hillary, Almasy, o al viajero y espía más famoso de la historia, el mismísimo Ali- Bey, o sea, el catalán Domingo Badía.
El trayecto cruza las llanuras de la dulce Formentera. Paisajes bucólicos le saldrán al paso, con ovejas y cabras pastando por los prados que todavía ofrecen suculentos hierbajos. De pronto verá que tiene ante usted una fuerte pendiente, capaz de desmoralizar al Alcoyano que se haya atrevido a emular a Induráin.
Pero no se arredre y siga siempre hacia adelante, le espera el Mirador con unas vistas incomparables en las que podrá admirar la geografía de formenterense: ver como la isla se estrecha hasta casi formar una delgada lágrima salada, como es el istmo con la vecina Espalmador, cómo las sabinas luchan por acercarse a la dorada orilla, tan blanca que hace daño a los ojos,... y pensará con el acierto que nace de la falta absoluta de reflexión que Formentera es una mujer hermosa tumbada al sol.
En su parada en el Mirador, tal vez le sonría la Fortuna y lo encuentre abierto: entonces podrá tomar unos buenos quesos e higos secos con un trago de vino fuerte de la tierra. Pero si no es así, no se preocupe y siga su camino montaraz en el que aún se pueden apreciar los estragos causados por el último temporal.
Los efectos del temporal
Arboledas enteras de pinos centenarios han sido arrancados de raiz dejando al descubierto las entrañas de los bosques. Unos bosques que ocultan todo tipo de misterios envueltos en viejas leyendas que temen los naturales de la isla.
Después de la dantesca travesía de la naturaleza verde de Formentera llegará al pueblecito de la Mola. Si no pudo anteriormente, aquí sí podrá calmar los rugidos del estómago impaciente y tomarse un buen aperitivo como Dios manda, o tal vez sea mejor decir como la diosa Tanit ordene, pues estamos en su isla. En fin, vaya a un bar y brinde por la vida con un «palo con ginebra», esa bebida tan isleña que hace remontar al espíritu y nos mitiga las penas insufládonos una alegría nueva de ficción que perdura en el tiempo. Acompañe la copa con un buen queso. Le darán una de esas maravillas que elabora un genio quesero de la zona: Hilario de can Rita. Este sigue una tradición artesanal de más de 230 años y sus quesos de cabra y oveja son sublimes.
Descubrirá que está llegando a su destino por la súbita interrupción vegetación. El paisaje se transforma en un campo lunar donde el viento aúlla con fuerza y se escucha el estruendo de las olas al estrellarse contra una roca más dura que el hierro. Asómese con cuidado: el abismo es atractivo y nos llama con canto de sirena despechada.
Por estos parajes circula la leyenda que si se acerca con su amor y la besa con pasión, volverá a sentir que tiene 15 años y que nada es imposible. La amargura volará lejos de su lado, empujada por los vientos que se abaten contra el faro de La Mola. Atrévase a buscar un nuevo mundo, nunca es tarde.