Rescatado en la mar el fisterrán que naufragó tres veces
Está claro que el mar no lo quiere''. Esa era la expresión más repetida a última hora de la tarde de ayer por los fisterráns que se hallaban en el muelle. Se referían así a una nueva odisea protagonizada por el inmortal pescador Juan Agustín Traba, quien ha sido náufrago en tres ocasiones y ayer, de nuevo, los efectivos de Salvamento salieron en su búsqueda.
Traba Estévez partió a las siete de la madrugada del muelle fisterrán, a bordo de su pequeña lancha María. Se dirigió a A Charleira, a cinco millas de tierra, a pescar besugo. Sobre las dos y media de la tarde, su esposa le llamó al móvil para saber si tardaba mucho, pero al otro lado no contestó nadie. Lo volvió a intentar, y de nuevo salió el buzón de voz. Pensando en lo peor, dio la voz de alarma, trasladándose a la zona un helicóptero de Salvamento y la lancha Altair. Por tierra, sus hermanos y otros familiares rastrearon la costa ayudados de prismáticos. A media tarde fue avistada la embarcación con el marinero a bordo por el helicóptero, siendo auxiliada hasta puerto por la lancha Altair, a donde llegó sobre las ocho y media. A su llegada al muelle, el propio Juan Agustín Traba comentó lo ocurrido a EL CORREO. A poco tiempo de llegar a A Charleira pescó un precioso ejemplar de besugo de unos dos kilos de peso, que definió como "el mejor trofeo que puede conseguir un marinero''. La cosa continuó bien, el mar estaba calmo, "y se me fue el tiempo, no quería dejar los ollomoles en el mar''.
Cuando vio el helicóptero, pensó si faltaría algún fisterrán, pero al comprobar que la lancha de Salvamento se dirigía hacia él ya se percató de que "venían a por mí''.
Contento con la pesca
A pesar del susto que le ha puesto en el cuerpo a su esposa, padres y hermanos, el incombustible lobo de mar llegó a puerto satisfecho con la captura. En el varadero le esperaban tres de sus hermanos, a quienes les comentó las peripecias. Ellos, por su parte, le hicieron saber el mal trago pasado.
Su madre, Laura Estévez, no se cansa de agradecer la colaboración de Salvamento.
Cuatro meses y seis días después, el Centro de Salvamento Marítimo volvía a recibir una llamada alertando de la desaparición del marinero de Fisterra, Juan Agustín Traba. Una vez más, y ya van cuatro, el pescador se vio amparado por el Santo Cristo, a quien profesa una gran fe, y pudo volver sano y salvo a su casa.
El pasado 12 de febrero Traba Estévez naufragó cuando pescaba lubinas a bordo de la lancha María, en la zona conocida como A Monisa, en las proximidades del faro fisterrán. Permaneció veinte horas a la deriva en el mar, de pie sobre la quilla de la embarcación, que había volcado, y amarrado a la misma con un cabo. Pasó toda una noche a la intemperie sin que nadie lo avistase, y fue encontrado, a las once y media de la mañana del día siguiente, por un helicóptero de Salvamento Marítimo a siete millas al suroeste del Cabo Fisterra. Nadie en el pueblo podía creer lo sucedido, pues todos lo daban por muerto, pero en el Hospital Juan Canalejo, donde fue atendido inicialmente, únicamente le diagnosticaron hipotermia y un traumatismo en un tobillo.
Ese mismo día su padre, Agustín Traba Rey, recordaba, que era la tercera vez que su hijo lograba sobrevivir en el mar. El primer naufragio lo habían vivido juntos hace 20 años, cuando estaban enrolados en un buque congelador que sufrió un incendio en las costas de África. La segunda vez fue en noviembre de 2001 cuando un pesquero de su propiedad, de nombre Leste, se fue a pique en la costa fisterrana cuando faenaba con su hermano, que también se salvó.