La Armada revisa sus submarinos tras el percance sufrido por el más moderno
La Armada ha decidido finalmente someter a una exhaustiva revisión su flota submarina tras el grave accidente sufrido el pasado 13 de diciembre por el S-74 Tramontana, el más moderno de sus cuatro sumergibles.
El submarino sufrió una vía de agua en la cámara central cuando navegaba a 300 metros de profundidad cerca de Cabo Tiñoso (Murcia), a unas 15 millas (27 kilómetros) de Cartagena. Sólo la suerte y la pericia de sus 60 tripulantes les permitió salvar la vida tras una dramática salida a superficie.
Aunque aún no ha concluido la investigación sobre las causas del siniestro, se sabe que la entrada de agua se produjo a través de un pasacasco, que sirve para introducir un cable eléctrico desde el exterior.
Cada submarino de ese tipo tiene 90 pasacascos, por lo que será necesario desmontarlos todos y comprobar su estado, una tarea que la Armada ha encargado a la empresa pública Navantia, constructora de los S-70.
De los cuatro sumergibles de la clase Agosta (de diseño francés), el Tramontana está inmovilizado desde que sufrió el accidente, mientras que el Galerna está siendo sometido a una gran carena, una obra de mantenimiento programado que se prolonga un año y que supone desmontar pieza a pieza el submarino, lo que se aprovechará para inspeccionar los pasacascos.
Respecto a los dos submarinos que siguen operativos, fuentes de la Armada aseguran que se ha decidido inmovilizar el Mistral para someterlo a una minuciosa revisión y se hará lo mismo con el Siroco en cuanto regrese de los ejercicios Active Endevour (Esfuerzo Activo) de la Alianza Atlántica, a finales de marzo o principios de abril.
Mientras tanto, el Siroco estará sujeto a restricciones operativas, aunque las mismas fuentes subrayaron que su participación en esas maniobras no supone ningún riesgo, pues no está previsto que realice inmersiones a cota profunda, sino sólo que navegue a cota periscópica o superficial.
El accidente del Tramontana se produjo cuando realizaba una prueba de inmersión a máxima profundidad, tras haber pasado una revisión. Según relataron los propios tripulantes, la entrada de agua helada y a fuerte presión produjo una densa neblina en el interior del submarino y provocó que empezaran a fallar los instrumentos eléctricos. El comandante, que había ordenado zafarrancho de combate momentos antes del siniestro, mandó emerger a toda velocidad, pero el submarino no logró los 25 grados de inclinación que requería la maniobra, sino que sólo alcanzó un máximo de 10, que en algún momento incluso llegó a perder. Fueron cuatro minutos dramáticos en los que se rozó la mayor catástrofe en un submarino español desde hace más de 60 años, cuando el C4 se hundió con 44 tripulantes.
Los pasacascos son orificios taponados por una pieza troncocónica, fabricada con una aleación de aluminio y con forma de embudo, por cuyo orificio interior pasa un cable revestido de neopreno. Según fuentes próximas a la investigación, el agua se habría colado a través de una fisura en el neopreno, aunque aún no se conoce la causa de la rotura ni se ha identificado a los posibles responsables.
El Tramontana se sometió a en 2007 a una gran carena, que costó 28 millones de euros. Durante la reparación, el submarino se soltó del muelle de Navantia en Cartagena y fue a parar al Club de Regatas local, aunque en apariencia no sufrió ningún daño que pudiera explicar lo sucedido el 13 de diciembre.
Botado en 1984 en los astilleros de Bazán en Cartagena, el Tramontana es el más moderno de los cuatro submarinos S-70 con que cuenta la Armada. El más antiguo de ellos, el Galerna, entró en servicio en 1981.
Está previsto que los cuatro sumergibles sean sustituidos entre 2013 y 2016, cuando hayan superado ya las tres décadas de antigüedad, por los nuevos S-80, que construye Navantia y cuyo coste total ronda los 1.800 millones de euros. Los S-80 no necesitarán pasacascos y estarán entre los submarinos convencionales más avanzados del mundo.
Fuente: El Pais