Bucaneros, filibusteros y corsarios no se extinguieron
Bucaneros, filibusteros y corsarios no se extinguieron en el siglo XVII. Todo lo contrario. En pleno siglo XXI, el fenómeno de la piratería en el mar está en auge y no es exagerado decir que se encuentra en pleno apogeo; tanto, que el año pasado fue uno de los más negros para la flota mercante desde 1991, fecha desde la que se recopilan estadísticas de este tipo.
La agencia marítima internacional (IMB según sus siglas en inglés) que lleva la cuenta de los asaltos obra de piratas recibió el pasado ejercicio 445 denuncias, un 20% más de las recibidas en el 2002. No fue, sin embargo, el peor de la década: ese récord lo tiene el 2000, en el que se reportaron 469 ataques
El balance de víctimas que estos asaltos se cobraron entre las tripulaciones de los mercantes es tan abultado que consigue borrar de un plumazo toda la aventura y romanticismo que suele asociarse a la piratería. Así, en los 445 asaltos contabilizados fueron asesinados 21 marineros, otros 71 se dieron por desaparecidos y 88 resultaron heridos, frente a los 10 fallecidos y 38 damnificados que se registraron en el 2002.
El peligro no es igual en todos los océanos, aunque no hay áreas seguras. Ni Europa se salva, aunque los episodios se limitan al estrecho del Bósforo. El número de ataques permiten situar en el mapa las zonas de riesgo y las aguas indonesias son las que tienen encendida la luz roja casi de forma perpetua. Con 121 ataques registrados en el 2003, es el área más peligrosa del mundo para los mercantes, en especial el estrecho de Malacca (que separa Malasia e Indonesia), una importante ruta marítima en la que ya se han tomado medidas para reducir la piratería, aunque de momento con poco éxito debido a que sólo adoptó acciones preventivas el Gobierno de Kuala Lumpur, sin que Indonesia hiciese lo propio.
Es por eso que Malasia figura entre los países que se mantuvieron al margen de la tendencia y, en contra de la tendencia general, advirtiesen una disminución de la piratería en sus aguas, como fueron también Ecuador, Somalia, Camerún, Costa de Marfil y Guyana.
Fuentes de la Asociación de Navieros Españoles (Anave) señalaron que la piratería no es uno de los problemas que encabecen las preocupaciones de los mercantes españoles, puesto que la flota que está bajo su control (tanto con bandera española como extranjera) no suele operar en áreas peligrosas.
A lo largo del tiempo también ha variado el modus operandi de los piratas. El simple abordaje con intimidación por arma blanca se combina ahora con otras fórmulas más o menos sofisticadas y que requieren más o menos fuerza bruta. Así, los modernos corsarios usan a menudo metralladoras y granadas propulsadas por cohetes, cuando antes eran los cuchillos las que solían emplearse. De hecho, la IMB ha constatado que, durante el 2003, los ataques con armas se han incrementado a 100, frente a los 68 contabilizados durante el ejercicio anterior.
Según manifestaron víctimas de los asedios, en ocasiones los piratas se dividen en bandos para atacar. No es extraño que un mercante se encuentre de repente a ambos costados a dos embarcaciones neumáticas que minutos antes se hallaban a varias millas de distancia. Eso se debe a que las lanchas se conectan por un largo cabo que, en cuanto se engancha en la proa del mercante, aproxima rápidamente a las barcas cargadas de piratas totalmente dispuestos a subir a bordo.
Otra de las constataciones que ha hecho la IMB es que el número de barcos secuestrados con fines de robo ha disminuido dramáticamente, pero, al mismo tiempo, embarcaciones más vulnerables, como remolcadores y lanchas, están siendo blanco de ataques y sus tripulantes son secuestrados en busca del pago de rescate. Ahora bien, según la IMB, eso es más propio de milicias de países en conflicto que de piratas comerciales
Aún hay otra modalidad de actuación de los corsarios del mar. Así, no es la primera vez que aparece en medio del océano una lancha salvavidas con los tripulantes de un mercante abandonados a su suerte tras ser obligados por los piratas a dejar el barco que se llevan como botín.
Las víctimas de la piratería suelen pasar inadvertidas. Pero en diciembre del 2001 un asalto de los saqueadores conmovió al mundo: el que se cobró la vida del navegante neocelandés Peter Blake, considerado uno de los mejores del planeta y que ostentaba el triunfo de la Copa América y el récord mundial de travesía alrededor del planeta.
Blake fue asesinado mientras su embarcación estaba fondeada en el río Amazonas, mientras participaba de una expedición para el Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (Pnuma). El explorador recibió un balazo en el pecho al oponer resistencia a los saqueadores, que poco después fueron detenidos. Uno de los asaltantes alegó que creían que se trataba de un barco de turistas y que no esperaban la reacción de Blake.