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Sus costumbres y comportamiento

Índice del artículo

  1. Comportamiento de la Trucha
  2. Sus costumbres y comportamiento
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Para comprender las costumbres y el comportamiento de las truchas es necesario conocer algunas de sus necesidades: oxigeno, comida, reproducción y protección de las corrientes y de los depredadores.

Es fácil entender que sin oxigeno la vida no es posible, pero la trucha al igual que el ser humano necesita de ciertas cantidades mínimas que muchos ríos no tienen. Por esta razón la trucha se encuentra preferentemente en zonas altas del río, donde las corrientes son continuas y abundantes de oxigeno.

La comida es uno de los fenómenos más significativo de éste pez. Come cuanto puede y cuando puede, llegándose a decir de esta especie, que es una boca con cola. Pero atención, esto no quiere decir que lo coman todo y como nosotros queremos.
Hablar de truchas y comida es hacerlo obligatoriamente de insectos. Está demostrado que parte de la dieta de estos peces y de muchos otros, son los insectos acuáticos.
Las eclosiones, desplazamientos y asentamiento de estos bichitos, son quienes determinan en que lugares vive la trucha. El resto de los alimentos a excepción de los peces sobre los que la trucha depreda por vivir en continuo contacto, son puramente casuales.

La trucha se coloca en el río de forma que la comida le llegue con facilidad y en abundancia. A este fenómeno se le conoce como ley del mínimo esfuerzo, y repito que la trucha lo practica en su más amplio sentido.

De alguna forma las truchas deben protegerse de la fuerza que el agua ejerce continuamente sobre su cuerpo. Es posible verla en las corrientes, pero no puede permanecer en ellas demasiado tiempo, solamente el necesario para obtener comida, de otra forma consumiría sus fuerzas y el río la arrastraría.

Debe protegerse igualmente de las miradas del exterior, colocándose en lugares de difícil visualización o donde el volumen del agua impida la llegada de depredadores.
Cuando una trucha abandona su postura, de inmediato es ocupada por otra.

Dependiendo de la calidad del puesto (y que es la suma de todo lo anteriormente expuesto; cantidad y facilidad de alimento, protección de las corrientes y de los depredadores y volumen de oxigeno), las posturas son ocupadas por truchas de mayor tamaño.

Las truchas en la Península Ibérica se reproducen aproximadamente en el mes de diciembre aprovechando la subida de caudal y la facilidad que esto les aportada en el remonte hacia aguas oxigenadas y con elementos necesarios para escobar sus nidos. Necesitan que el lecho del río este formado por grava de un tamaño que ellas puedan retirarla con su cuerpo y volver a colocar después de la puesta. La grava permite el paso del agua, que oxigenara la puesta, esconde los huevos de los depredadores y sirve posteriormente como lugar de escondite a los alevines. El peligro de los pantanos es que evitan este remonte y las puestas de las truchas se producen en lugares inadecuados y con el peligro de quedar muchas veces en seco.

Durante la época del celo la pesca está prohibida, ya que la trucha se encuentra indefensa y visibles en medio de pequeños ríos.

Para poder pescar una trucha, la presentación de los cebos debe realizarse de forma natural, tal y como se le presentan en la naturaleza.
Hace años se decía que hacía faltas dotes de observación para ser un buen pescador. Hoy no hay tiempo para observar el río y el comportamiento de las truchas.
Tenemos una solución, y es que todo esta escrito. El pescador moderno no puede acudir diariamente al río, el trabajo, las distancias y obligaciones diarias se lo hacen imposible, pero puede cada noche leer algo sobre este maravilloso mundo.

Conocerá a un animal que le dejara perplejo y cuando llegue al río en su búsqueda, sabrá cosas muy interesantes.