Bomba biológica
Un brillante artículo en la revista científica 'Nature' ensalza el trabajo de los seis investigadores de la UMA. Un mes en el buque oceanográfico Hespérides por aguas del Alborán les ha dado una importante clave: el mar actúa como una 'bomba biológica' secuestrando el dióxido de carbono de la atmósfera, lo que podría estar evitando el incremento del efecto invernadero.
SECUESTRA el mar dos gigatoneladas de dióxido de carbono al año evitando así el efecto invernadero? ¿Qué papel juegan los océanos en el proceso del cambio climático? Un espléndido artículo en la revista científica 'Nature', en el que han colaborado cinco investigadores de la Facultad de Ecología de la Universidad de Málaga, profundiza en el efecto de los mares y océanos para controlar o frenar el efecto invernadero en la Tierra. En el documento, en el que también participan un grupo de investigadores de la Universidad de Cádiz y del IMEDEA (centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares) y el Southampton Oceanography Center, se destaca la importancia de los movimientos verticales del agua del mar hacia el fondo, un proceso conocido como la 'bomba biológica', por el cual el océano 'secuestra' dióxido de carbono hacia las profundidades, donde lo deposita. No hay que olvidar que el dióxido de carbono (CO2) es el gas causante del temible efecto invernadero, y por consiguiente del recalentamiento de la Tierra, que tanto preocupa a científicos de todo el mundo. Por eso el papel protagonista del mar en su 'absorción' es de vital importancia en el control del cambio climático, ya que reduce el dióxido de carbono que se acumula en la atmósfera.
Según el catedrático de Ecología de la Universidad de Málaga, Jaime Rodríguez, primer firmante del artículo que abre nuevas perspectivas para el estudio del ecosistema marino y su relación con el control del cambio climático, las algas microscópicas que flotan (fitoplacton) son las responsables de la asimilación de ese carbono una vez disuelto en el agua. En este punto, el carbono atmosférico es incorporado por las células del fitoplacton, y finalmente se sedimenta en el fondo, «más rápidamente cuanto mayor sea el tamaño de las células».
Este estudio se inició a bordo del buque de investigación oceanográfica Hespérides, en una travesía de un mes que abarcó desde el Estrecho de Gibraltar hasta la bahía de Málaga, en pleno mar de Alborán. En esta prospección, los investigadores midieron la velocidad del agua en sus descensos verticales, -justo cuando se atrapa el dióxido de carbono hasta depositarlo en los fondos marinos-. Y la conclusión es que estos movimientos en el mar de Alborán alcanzan decenas de metros por día, «unas velocidades extraordinariamente altas, lo que indican que el mar que baña la costa de Málaga es un laboratorio natural», subraya Jaime Rodríguez. Y son justamente estos movimientos verticales a «una velocidad tremenda los que provocan que los átomos de dióxido de carbono se depositen rápidamente en el fondo, y tras millones de años se queden sedimentados», puntualiza Rodríguez, haciendo hincapié en que de esta forma se evita el incremento del efecto invernadero.
¿Qué papel juega el océano en la reducción de dióxido de carbono? Según Rodríguez, sabemos que las tasas de dióxido de carbono que el hombre emite a la atmósfera. Pero justo cuando se hace balance de ésta se acusa que este gas ha aumentado en menor cantidad en la atmósfera de lo que se esperaba por las emisiones producidas por el hombre, y la temperatura tampoco ha aumentado en la proporción que se esperaba. Dos elementos clave son los que retiran el CO2 de la atmósfera: los bosques tropicales y el océano. Y todos los datos apuntan a que es el mar el que absorbe dos gigatoneladas de dióxido de carbono, que 'desaparecen' misteriosamente de la Tierra. De ahí, que Rodríguez subraye que el mar es una auténtica 'bomba biológica', que contribuye a frenar el incremento del efecto invernadero, y por tanto mantiene la estabilidad climática a escala planetaria.