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La ocupación litoral y los puertos impiden la recuperación

Buena parte de las playas catalanas y del resto del litoral español son de quita y pon, una escenografía artificial convertida en plataforma arrebatada al mar para que tomen el sol miles de bañistas y turistas, pero que cada dos por tres se transforma en un juguete roto por los zarpazos del oleaje. Cada vez va a resultar más caro, sin embargo, sostener este decorado. Los últimos temporales han vuelto a desarmar buena parte de la costa hasta dejar un litoral pelado y otoñal que nos recuerda que la pérdida de arena se cuenta en metros cúbicos, pero que cada grano vale su peso en oro en el mercado turístico.

La destrucción de playas y la pérdida de arena a causa de las tormentas es un fenómeno normal, el prólogo de un péndulo que las corrientes marinas equilibran con otras aportaciones de arena que culminan el ciclo natural. El problema real es que se está impidiendo la restitución natural de arena. El proceso de ocupación costero, con puertos y espigones que interrumpen el retorno de arenas, lo trastoca todo desde los años sesenta. Además, los ríos no aportan sedimentos (retenidos en los embalses), mientras que la "usurpación" costera con todo tipo de usos encorseta el movimiento del mar.

Pasado un tiempo después de cada temporal, teóricamente gran parte de la arena vuelve a su posición original. No obstante, en la práctica, los puertos son el flagelo invisible que hace muy vulnerables las zonas de baño al azote del mar. El resultado es que en el Maresme, las arenas se acumulan al norte de los puertos de Mataró, Vilassar o El Masnou, mientras que al sur las playas se reducen a meros vestigios que sólo recuperan su fisonomía a base de la regeneración artificial.

Las playas catalanas son un poco fantasmas, aparecen y desaparecen. Pero la culpa de su periódica volatilización no es la regeneración artificial, pues ésta es necesaria para contrarrestar el balance negativo de arenas. Además, esta aportación de sedimentos es "clave como barrera de seguridad para defender los bienes", dice el director general de Costas, José Trigueros.

"La regeneración no soluciona las causas del problema, sólo actúa sobre los efectos provocados. El problema de origen sigue ahí", explica José Antonio Jiménez, profesor de Ingeniería Hidráulica, Marítima y Ambiental de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

La localización geográfica

El éxito de la regeneración depende de la localización geográfica. Han sido muy criticadas las actuaciones que fueron desarrolladas en el Maresme en la época del ministro Josep Borrell. Pero el perfil litoral de esa zona la hace estar más expuesta. En cambio, las playas artificiales de Calafell, entre otras zonas, han aguantado. Aun así, pueden darse casos de playas mal hechas y que se esfumen antes de tiempo, mal diseñadas o que desaparecen por un temporal que no estaba previsto por el ingeniero, precisa el profesor Jiménez.

Con todo esto, la sociedad tiene un dilema. O decide volver a la situación costera inicial, eliminando puertos y embalses y retirándose de la costa -una opción que casi nadie defiende-, o asume el coste de la regeneración de las playas. Es la factura de la desfiguración de la costa.

El caso más extremo son las playas de Barcelona, sujetas a estructuras fijas para defenderse del mar, pero frágiles y desvalidas, y sin posibilidad de rehabilitarse por sí solas. Condenadas a recibir el auxilio y la ayuda, son una partida fija en los presupuestos públicos. La gran paradoja es que la franja litoral es dinámica y móvil, lo más opuesto a usuarios que buscan aquí reposo. Las playas son un reclamo turístico y eso explica la inmediata decisión de los municipios afectados por el último temporal de ponerse manos a la obra, antes incluso de que el ministerio prometiera recuperar la costa antes del verano.

Los expertos concluyen que no habrá más remedio que seguir reponiendo arena. Algunas de nuestras playas son como una carpa de circo que desmonta el mar cada temporada. El castillo de arena que acompaña el grato pero fugaz recuerdo del paso del verano.