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Descubren 118 volcanes submarinos en Baleares

¿Quién afirmaba que las únicas islas españolas con volcanes eran las Canarias? A partir de ahora algunos libros de texto tendrán que modificarse: las Baleares pueden presumir, nada menos, que de 118 volcanes; aunque eso sí, de momento, son sólo submarinos y ninguno de ellos parece estar activo. El hallazgo ha sido realizado por el equipo del Instituto Español de Oceanografía (IEO) dirigido por Carlos Palomo y Juan Acosta. Aunque se sospechaba desde hacía algún tiempo este posible volcanismo, no ha sido hasta hace unos días cuando se ha tenido la seguridad absoluta.

Todo comenzó el pasado verano. El buque oceanográfico Hespérides terminó de cartografiar el fondo marino de las aguas adyacentes al Archipiélago Balear con un sofisticado aparato, denominado ecosonda multihaz, y todos esperaban ansiosos los resultados. Los datos, en una zona situada a unos cinco kilómetros al suroeste de Mallorca, eran extraños: muchas curvas de nivel que indicaban picos de entre ocho y 500 metros de altura y unas medidas magnéticas típicas de suelos volcánicos.

Desgajados de la Península

«¿A ver si vamos a tener volcanes aquí abajo?», se preguntaron en otoño los científicos cuando procesaban los datos en Madrid. Tenían claro que las Baleares no eran producto de erupciones volcánicas. Sus rocas de caliza y arenisca delatan que se originaron en las transformaciones transalpinas que dieron lugar, por ejemplo, a los Alpes, la cordillera Bética o los Pirineos.

En la dinámica geológica eran trozos que se habían desgajado de la incipiente Península Ibérica. Pero... ¿Por qué esas medidas magnéticas tan raras y esos numerosos montes cónicos? Inmediatamente enviaron otro buque a la zona, el Odón de Buen, y, además, en diciembre sumergieron un robot en las profundidades marinas para que recogiera muestras. Como si de una reliquia se tratara las enviaron al Instituto Geológico y Minero (IGM) y hace unas semanas les llegó el resultado: «Rocas basálticas con cristales de olivino». Y tras el análisis, el diagnóstico: «Eso sólo se produce como consecuencia de la solidificación del magma tras erupciones volcánicas». «Son volcanes como castillos», concluyeron los científicos del Instituto de Oceanografía.

Enviaron los datos a la prestigiosa revista internacional Marine and petroleum Geology y hasta el editor les felicitó por el descubrimiento. Sus conclusiones se publicarán en el próximo número.

Al margen de la anécdota de que el fondo marino de Baleares esté plagado de volcanes, el hallazgo refuerza la teoría científica de que las islas se separaron del continente como consecuencia de la acción de una enorme falla transformante que está sólo a unos kilómetros al sur del «campo volcánico balear», como a partir de ahora se denominará esa zona de unos 1.000 kilómetros cuadrados. La falla que ya se conocía, se ha cartografiado ahora con bastante precisión y se ha comprobado que tiene una profundidad de 2.000 metros. «Es la zona donde se juntan la placa tectónica de Alborán con la Europea. De ella puede que ascendiera el magma y, seguramente, es la responsable de que las islas se desplacen hacia el Este», precisa Carlos Palomo.

Lo que en principio se intuía como un fondo marino de lo más anodino se ha revelado extraordinariamente fascinante. Además de los volcanes, se han encontrado tres islotes sumergidos a 200 metros de profundidad y relativamente grandes (el mayor de 85 kilómetros cuadrados). Los pescadores de la zona los habían divisado tras los borrosos cristales de sus gafas de submarinismo y los habían bautizado como Monte Sur y Monte Norte, a los que se sitúan al sur de Ibiza, y Emile Baudot, al que está al sur de Mallorca, justo en el centro de los conos volcánicos.

Islas hundidas

Pero una vez cartografiados vino la siguiente sorpresa: ¡la parte superior era plana! El Baudot, por ejemplo, tiene una meseta de 17 kilómetros de largo por cinco de ancho. La única explicación plausible es que durante la última glaciación, hace 18.000 años, en la queel nivel del Mediterráneo descendió más de 200 metros, estos montes estaban emergidos. Es decir, que son islas, que como consecuencia de la erosión se aplanaron y, luego, se hundieron.

La investigación también ha descubierto cañones submarinos con paredes verticales de 3.000 metros y unas extrañas chimeneas que explotan cada cierto tiempo soltando miles de litros de gas metano en forma de erupciones. Y es que, al parecer, bajo el suelo en el que se asienta la costa balear hay una bolsa de metano muy importante.

Estas erupciones gaseosas sí preocupan a los científicos. Remueven la tierra y propician, a modo de aludes, grandes avalanchas de sedimentos. «Hablamos de que desplazan sedimentos en una superficie de 2.600 kilómetros cuadrados. En el terremoto de El Salvador, la avalancha que sepultó una urbanización fue de unos cientos de metros cuadrados», aclara Palomo.

La comunidad científica española está tan entusiasmada con estos resultados que, posiblemente, opina Palomo, este año las Baleares y sus volcanes se convertirán en el centro de las celebraciones del décimo aniversario del Hespérides, el equipo científico más caro de este país.

Con efectos en el futuro económico.
La erupción volcánica submarina de Baleares tendrá efectos sobre las islas, que emergerán en tierra firme.

Además de los hallazgos científicos o los estrictamente geográficos de conocer el territorio sumergido cercano a las Baleares, estos datos deberán tenerse en cuenta, según los investigadores, a la hora de planificar el futuro económico del archipiélago.

Por ejemplo, a la hora de idear posibles conducciones submarinas entre el continente y las islas Baleares. «Los riesgos de avalanchas submarinas que destrocen estas tuberías son muy reales», indica Acosta.

No es que no puedan establecerse estas conducciones, sólo que a partir de ahora «sabemos que no es lo mismo pasarlas por un sitio que por otro», aclara Acosta.

Estos estudios del IEO se enmarcan dentro del Plan de Investigación de la denominada Zona Económica Exclusiva de Baleares, que abarca unas 200 millas a partir de las costas de las islas.

«Hemos realizado, con ayuda del Hespérides, análisis muy rigurosos de batimetría, geomorfología, gravimetría, magnetometría y calidades de los sedimentos», explica Palomo.

En estos momentos están en la fase del tratamiento informático de todos esos datos. Dentro de pocos meses no sólo la comunidad científica sino también la industrial podrá tener acceso a estos estudios.

«Hasta para construir un muelle deportivo deberían consultarlos. Esta información es muy valiosa», recuerdan ambos científicos.