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Prometeo encadenado. Publicado en La Vanguardia

Hay muchas Galicias, cada día más en un país que se rompe, que se abre el vientre pero aún no pare nada. Una sociedad que se rompe en tantos y tantos pedazos que uno teme que no todos sirvan y que no se pueda recomponer algo juntando todo o nada.

Hay una Galicia que acaba de salir en número de más de doscientas mil personas a las calles de las ciudades autoconvocándose, autoorganizándose, reinventándonos todos como si fuésemos niños mayores, con pancartas hechas en casa, con hojas de papel con eslóganes y gritando fuerte “¡In-com-pe-ten-cia!” y “¡Di-mi-sión!”.

Hay una Galicia muerta que salmodia la letanía de la desesperanza, “no future”. El anciano presidente que ya no oye y es incapaz de cambiar el paso, ayer en el Parlamento afrontó dos mociones de censura como si no pasase nada. Como si Galicia no hubiese cambiado de repente, como si él y toda su administración no hubiesen perdido el contexto y no fuesen ya cachivaches rotos que estorban. El anciano presidente murmura una confusa retahíla de cosas que ya dijo en ocasiones anteriores, y se refiere a ello, “como ya dije”. Como un anciano eterno fuera del tiempo de los vivos condenado a ser él por siempre, encerrado en su biografía, condenado a recordar su pasado eternamente. Sin caer en la cuenta de que no ha explicado nada, nada. Por qué huyó cuando hacía falta, qué hacía cazando, invistiéndose cofrade de la Orde dos Cabaleiros do Xantar, inaugurando tanatorios, presentando lejos tratados sobre la farmacopea en los conventos. La oposición le pide cosas, que gobierne, que haga algo. A él.

Por qué no lo dejan en paz, inaugurando cosas, cazando. Por qué atormentan a un anciano. La oposición, toda esa gente que sale a las calles a pedirle que dimita.

Hay una Galicia triste que ha vivido encadenada mansamente, que teme vivir suelta, y hay una Galicia que se encadena para soltarse, para ser libre, para ser. La Galicia mansa y triste está hoy aturdida, no entiende: el presidente está viejo, era realmente un viejo como ellos. El presidente también se distrae, tiene olvidos, se duerme por el día, oye mal... Es como ellos.

El Parlamento. Los dos grupos de la oposición están cansados de hacer oposición, hoy tienen que enfrentarse desesperantemente a esa figura de otro tiempo, hoy hay sesión en el Parlamento de Galicia, tienen que boxear con fantasmas y se suben a la tarima para criticar lo que no tiene nombre –no se puede analizar el caos– y para prometerle a los ciudadanos que hay futuro, esperanza, medios y recursos. Se desesperan.

El edificio del Parlamento fue escuela de peritos agrícolas, luego cuartel de artillería y ahora vuelve a ser de los ciudadanos, pero tristemente está cercado por una verja de agudas púas. En esa verja están encadenados hoy periodistas. Se han encadenado para que se vean las cadenas que los atan todo el año, son sindicalistas de la Radio y Televisión Gallega, esa radio y televisión absolutamente desprestigiadas y destruidas desde dentro, no son nadie importante, no son nombres conocidos que puedan presentar una gala oficial en la pantalla. Pero aunque la gente no conozca sus nombres son gente muy, muy importante, son trabajadores, mineros de la verdad, son periodistas esclavos de la ética periodística. Los encadenados denuncian que la propaganda gubernamental ha matado a la información. Esta misma denuncia la ha hecho hace una semana el Colegio de Periodistas avalado por 1.080 firmas de afiliados. Galicia hace tiempo que vive sin aire, el aire es la libertad, y no hay libertad sin libertad de información . Estas personas atadas son nuestro Prometeo, serán duramente castigados, como tantos periodistas expedientados, expulsados, anteriormente. Pero roban el fuego divino de la libertad para nosotros. Os queremos.

Quien se duela de las aves atrapadas en el alquitrán duélase también de los periodistas encadenados en Galicia, quieren volar y no les dejan. Y duélase de los gallegos que respiran un aire sin aves, un aire asfixiante sin periodistas que nos den su trabajo y nos hagan libres. Aprovechemos que el mundo descubre que existe en este territorio un país llamado Galicia para que los observadores internacionales no analicen sólo la calidad del agua y observen el estado catastrófico de la libertad de expresión y de prensa. Vengan y pregunten qué país han creado aquí estos años. Que pregunten por los periodistas emigrados, o exiliados, por las listas negras, por los rasputines que proponen directores de medios de prensa. Pasen y vean.

Es tan difícil resumir, atrapar este animal que nació hace ahora un mes y que no tiene nombre. Es un animal móvil y sin forma, cambia su rostro día a día, poliédrico, proteico, transformista. Empezó ofreciendo el aspecto de una catástrofe ecológica más, pasó a ser un enigmático conflicto político en Galicia y luego en España, para los gallegos es una crisis existencial colectiva, para los españoles el desvelamiento de un poder desnudo. Cómo resumir este animal que cambia su aspecto y su piel cada día, que se extiende cada día. ¿Cuál es el rostro de hoy, la multitud de gallegos que piden dimisiones, las mociones de censura o el rostro desdeñoso del presidente Aznar en su televisión?

Aquí, a la orilla del alquitrán, no nos importaría que los representantes de la oposición llamasen mentiroso al presidente y que éste, sin negar que haya mentido, les llame desleales. Ni siquiera nos importaría que nos mintiesen todos los días si no supiésemos que él sabe que los gallegos sabemos que miente.

Es decir, que no le importa lo que pensemos, asume de antemano ese mínimo precio, dice lo que dice para convencer a los españoles que no están aquí y sólo ven su televisión. Su desprecio hacia nosotros es tan absoluto. Desprecia nuestra desgracia, su actuación fue en parte causante, y se ríe de nosotros. ¿Qué pensar? Lo resume perfectamente el lema de moda en las manifestaciones que nos están rejuveneciendo: “¿A culpa de quen é? ¡Dos que votan ao PP!”

A estas alturas deseamos de todo corazón que el chapapote alcance a ese presidente que considera que esto no es un “desastre nacional” allí donde esté, deseamos que le manche los zapatos, el traje, los papeles, las manos, que inunde su huerto y los fragantes senderos por donde corre deportivamente las mañanas en que nosotros descubrimos las nuevas manchas que ha traído la noche. Queremos que nuestra noche sea la suya. Sólo así saldrá de su ensoñación de normalidad, sólo así nuestra realidad será también la suya. Para dejar de ver y oír esa monstruosa farsa distante.

Un miembro del Gobierno ha dicho que “nosotros hemos perdido, pero el PSOE no ha ganado”. ¿ Y nosotros? ¿Nosotros que estamos perdiendo el mar? Pero si perdemos el mar, ¿qué será de nosotros que somos marineros? ¿Qué será de nosotros, que somos labriegos que fertilizamos nuestra tierra con alga y sargazo? ¿Qué lluvia negra nos traerá en adelante el océano manchado? Ojalá los alcance el negro chapapote.

De masmar.com : GRACIAS "LA VANGUARDIA" POR ESTE ARTÍCULO. NO TIENE DESPERDICIO.