La UE, frente a un ultimátum pesquero en el Mediterráneo
La UE debe cerrar la pesca del pez espada o arriesgarse a perder la pesquería: la mala gestión empieza a tener repercusiones económicas
La Unión Europea se enfrenta a un ultimátum sobre una pesquería clave en el Mediterráneo. Oceana pide a los Estados miembros que detengan la pesca del pez espada en el Mediterráneo o pongan en marcha un plan inmediato de recuperación. La población de pez espada se ha reducido a una tercera parte en tan solo treinta años, y las recomendaciones científicas publicadas esta semana revelan que si no se toman acciones para detener la sobrepesca, hay 0% de probabilidades de que se recupere por sí misma. Además, recientes datos públicos muestran que la situación está empezando a afectar a flotas y mercados de pez espada.
Las recomendaciones científicas de los expertos de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) confirman la crítica situación del pez espada en el Mediterráneo. Los científicos se hacen eco de un llamamiento de Oceana para elaborar un plan inmediato de recuperación para devolver la población de esta especie a niveles sostenibles. Al ritmo actual, se trata de la única alternativa a un Total Admisible de Capturas (TAC) cero, es decir, al cierre de la pesquería.
“La enorme disminución de pez espada en el Mediterráneo se agravará aún más sin un plan de recuperación que limite las capturas a través de un sistema de cuotas. La disyuntiva es clara: o la UE apoya un sólido plan de recuperación o se arriesga a perder el pez espada”, afirma Lasse Gustavsson, director ejecutivo de Oceana en Europa.
Como resultado directo de la crisis del pez espada, Malta ha perdido este año el 25% interanual de sus capturas y los ingresos de la pesquería se han reducido un 30%. Italia, el actor principal en la pesca del pez espada, cuenta con el 45% de las capturas de pez espada en el Mediterráneo, pero debe importar casi siete veces más de países como Marruecos o Argelia. Con esto satisface su demanda interna, pero con el daño colateral de rebajar los precios del mercado y dañar a la economía local.
El pez espada del Mediterráneo ha sufrido mala gestión durante décadas, a pesar de que los científicos dieran la voz de alarma ante la sobrepesca. Los restringidos intentos de gestionar la especie y el fracaso de los países ribereños a la hora de enfrentarse a la situación explican los bajos niveles de la población de pez espada y los males económicos que empiezan a afectar a sector pesquero y economías locales.
Todas las miradas se dirigen ahora a la UE, que debe revertir esta situación y mostrar su compromiso internacional con la pesca sostenible. Con el 75% de las capturas en el Mediterráneo, la UE debe intervenir y pedir ante la reunión de ICCAT en noviembre un sólido plan de recuperación basado en las recomendaciones científicas y con TAC.