Galicia: La Xunta sólo repoblará los ríos con trucha gallega y en caso de catástrofe
En los ríos gallegos no queda ni rastro de los millones de truchas germanas que la Administración soltó a sus aguas durante medio siglo.
Los asaltos de los alevines se sucedieron cada año pero, hoy se sabe, la misión naufragó. Los habitantes autóctonos de los cauces se comieron a los invasores y los que lograron sobrevivir a estos ataques sucumbieron al entorno por inanición. Así lo revela un estudio de la Universidad de Santiago, que sólo ha hallado restos genéticos de la especie centroeuropea en los pantanos.
El descubrimiento ha dado un vuelco a la política de conservación de los ecosistemas fluviales de la Xunta. A partir de ahora, señala la Consellería de Medio Ambiente, sólo se impulsarán repoblaciones si se produce una gran mortandad por una catástrofe ambiental y se realizarán siempre con truchas cuyo ADN sea 100% gallego.
El fracaso de las repoblaciones de truchas realizadas en Galicia en los últimos cincuenta años -con un método que pervive "en media España", según la consellería- ha supuesto un despilfarro incalculable, ya que cada año se compraban los huevos a piscifactorías de Alemania y otros puntos de España, se criaban y luego se soltaban. Pero también ha tenido una consecuencia positiva. La pureza de la versión gallega de este pez ha sobrevivido aunque sea por accidente y el Gobierno se propone conservarla. Medio Ambiente criará en las piscifactorías de O Carballiño (Ourense), Carballedo (Pontevedra) y O Veral (Lugo) una reserva de alevines para soltarlos en los ríos en caso de que se produzca algún desastre.
Estas truchas tendrán siete variantes genéticas, las que existen en el país y que coinciden con otras tantas áreas: norte (ríos Navia, Eo, Masma, Ouro, Landro), golfo ártabro (Subía, Eume, Mandeo, Anllóns, Grande, Castro), sur (Tambre, Xallas, Tines, Ulla, Umia, Lérez, Verdugo, Oitavén, Miñor), Miño sur (Tea, Arnoia, Avia), Miño-Sil (Támega, Lor), Miño norte (Neira, Sarria, Ferreira) y Limia.
El subdirector de Caza e Pesca de la Xunta, Emilio Rosa, explica que a partir de ahora las repoblaciones de los ríos con truchas se realizarán "con mucha precaución" y sólo se utilizarán especies de las mismas características genéticas que las que ya habitan cada cauce. Los pescadores discrepan con la limitación de las sueltas de alevines.
El presidente de la Federación Galega de Pesca, Pedro Romariz, aboga por repoblar los cauces al terminar cada temporada. Según él, el censo de truchas no es suficiente por culpa de la contaminación, del incremento de aficionados y del exceso de maleza en los cauces que perpetúa la sombra y enfría demasiado las aguas. Cuando se iniciaron las repoblaciones con la especie alemana hace cincuenta años, argumenta, su madre "lavaba la ropa en el río y las truchas andaban por allí a mansalva".
Medio Ambiente ha iniciado los trabajos para crear una reserva en cautividad de alevines que representen a las siete modalidades de trucha gallega. Técnicos de la consellería están capturado ejemplares propios de cada zona y "adaptándolos a la vida en cautividad y a la alimentación artificial", un proceso "muy complejo", según el responsable de Caza e Pesca. El portavoz de los pescadores pronostica un fracaso. A su juicio, para que el sistema de cría de alevines autóctonos funcione, se debería construir una piscifactoría por cuenca, ya que "las aguas de cada zona son totalmente distintas". "Si no, a lo mejor les pasa como con las truchas centroeuropeas, que no sobreviven", añade.
La Xunta defiende que el freno a las repoblaciones no pondrá en peligro los bancos de trucha porque son numerosos. Los 90.000 pescadores con licencia, esgrime, capturan cada año seis millones de ejemplares.
Fuente: Sonia Vizoso. El Pais.es