Portada ›› Vela ›› Copa america ›› Marinos sin mar

Marinos sin mar

La Sociedad Náutica de Ginebra, uno de los clubes más exclusivos del mundo levantado al borde del lago Leman, conquista la Copa América.

Suiza, un paisaje montañoso con campiñas pobladas por vacas y ciudades de banqueros y maestros relojeros, acaba de arrebatar la Copa América a Nueva Zelanda, el país de las velas. Pero las cosas no suelen ser tan sencillas como parecen: la proporción de suizos que poseen un barco es una de las más altas del mundo, mayor que la de España, por ejemplo. Y, aunque no tienen mar, cientos de veleros y motoras permanecen amarrados en los pantalanes del lago Leman, el mayor de Europa, con sus 72 kilómetros de largo y 13 de ancho. Y si no hay más barcos atracados en el lago no es por falta de afición, no. Más bien es por falta de amarres.

Allí, en sus orillas, tiene su sede la Sociedad Náutica de Ginebra, un club de yates fundado en 1872, encargado de lanzar a Nueva Zelanda el desafío suizo. El 'Náutico', como se le llama familiarmente, es uno de los clubes más exclusivos y encopetados del mundo: entre sus 3.000 socios están el Agha Khan, Marina de Saboya o el joyero Benoit de Gorski. Y, por supuesto, Ernesto Bertarelli, el multimillonario patrón del 'Alinghi'.

'Alinghi' es el nombre con que Bertarelli bautiza a los barcos de su flota. Además del Copa América (SUI-64), lleva ese nombre un trimarán de última generación con el que Bertarelli acaba de conquistar sobre las aguas del lago Leman su tercera Copa de Oro consecutiva. El ingeniero naval del trimarán de Bertarelli (¡sí, en Suiza hay al menos tres ingenieros navales en activo!), Sebastien Schmidt, ha declarado que «la vela siempre ha estado aquí. Lo único es que ahora se habla más de ella». Y así es.

Suizos a la vela

El nombre de Michel Mermod no dirá casi nada a los aficionados a la mar. Sin embargo, fue la duodécima persona (y el primer suizo) en dar la vuelta al mundo en solitario entre los años 1961 a 1966 a bordo de un velero. Quizá les suenen más los nombres de Steve Ravussin, el suizo que estuvo a punto de vencer en la última edición de la Ruta del Ron (travesía entre Francia y la Martinica) y que volcó a pocos cientos de millas de la llegada, cuando iba en cabeza. Más conocido sea, tal vez, el nombre de Bernard Stamm, un navegante solitario habitual de las Around Alone. Todos suizos. «Probablemente no es por azar», ha escrito Jean Jacques Larrochelle. Suiza posee las mayores extensiones de agua dulce de Europa. Y la navegación en lagos o embalses es una de las disciplinas más complejas y estimulantes para los regatistas. «Es una excelente escuela. Hay que estar muy atento porque los vientos son muy rolones. Y se usan barcos de vela ligera, barcos muy vivos. Muchos de los tripulantes de Copa América provienen de la vela ligera», apunta el regatista vizcaíno Unai Cilleruelo. En el lago Leman la climatología es muy cambiante: los valles forman 'tubos', calmas chichas... hay censados hasta 15 tipos de viento. Un buen lugar para poner a punto los reflejos.

En ese banco de pruebas, competiciones de fin de semana sorteando boyas a 372 metros de altitud, ha hecho sus deberes náuticos Ernesto Bertarelli. Otros han preferido la navegación de altura, la aventura. Michel Mermod (como pudieron hacer aquí Julio Villar con sus travesías o José Luis de Ugarte con sus regatas alrededor del mundo) abrió a los suizos las puertas de los sueños marinos. La esposa de Mermod, Vivianne Gasser, reconoce que su esposo «es un montañés. Posee la misma mentalidad que los marineros para enfrentarse a los elementos».

Ernesto Bertarelli ha sabido llevar esa determinación mucho más allá. Responsable de un imperio farmacéutico y apasionado de la vela, ha sabido rodearse de los mejores para doblegar a los neozelandeses, un equipo que ha visto cómo hasta 16 componentes del 'Team New Zealand' de 2000 eran fichados por otros equipos. Y lo peor, como comentaba estos días Pedro Campos, responsable de los desafíos españoles, es que los suizos han derrotado a los neozelandeses en su terreno y en las condiciones en que ellos partían como favoritos. «Se han pasado diez años diciendo que los desafiantes no se atrevían a navegar con vientos duros y han sido los neozelandeses quienes han roto su barco los días en que soplaba con más fuerza», resume el patrón gallego. De hecho, mientras que las regatas de la Copa Louis Vuitton no se disputaban con vientos superiores a los 20 nudos, las reglas de la Copa America fueron cambiadas, a instancias de Nueva Zelanda, para permitir regatear con vientos duros.

En el 'Náutico', relata Larrochelle, aún se cuenta la hazaña del barón Adolfo de Rothschild. Era 1876 y el banquero se hizo construir un vapor para pasear a la buena sociedad por las aguas del lago Leman. Pero a la pequeña goleta a vapor, 'Gitana I', no le faltaba carácter: durante una prueba batió el récord mundial de velocidad de la época al alcanzar 20,5 nudos. Hoy, los herederos de los Rothschild poseen un trimarán con el que compiten contra Bertarelli, en una disputa que demuestra hasta qué punto los desafíos marinos habitan en los pausados corazones de los suizos.