San Vicente de la Barquera. Por tradición la Villa marinera cántabra por excelencia.
Identificada como el romano Portus Vereasueca, abrazada por el mar, en torno a las rías de Rubín y Pombo, que rodean casi por completo las colinas donde se asienta y se percibe un acusado sabor pesquero y marinero de su puebla vieja o su puerto pesquero, sobre el que ha girado el desarrollo de esta villa ya que en la actualidad la principal actividad económica son el turismo y los servicios.
Hasta su escudo presenta una embarcación de un solo palo y a cuatro marineros que contemplan peces apresados en una red, o sus fiestas más populares la Folía, procesión marítima, el segundo domingo después de Pascua y la procesión del Carmen (16 de julio), nos induce a titular a San Vicente de la Barquera, como la villa marinera por excelencia.
Esta vocación marinera influye en su gastronomía, que gira en torno a pescados y mariscos y tiene su máxima expresión en el sorropotún o marmita barquereña, un guiso preparado a base de bonito y patatas.
La puebla vieja de San Vicente es un espacio lleno de encanto gracias a su iglesia, castillo y los restos de la muralla. Cruce de caminos, de las rutas Jacobea y Lebaniega, entrelazada por puentes medievales como el puente de la Maza sXV de veintiocho ojos, que nos lleva al centro de la Villa y que tiene como fondo los majestuosos Picos de Europa con sus cumbres muchas veces blanqueadas.
Entre los numerosos monumentos de esta Villa destacan: el Santuario de La Barquera, la Muralla ,el Faro de Punta Silla, el Castillo del Rey, la Iglesia de Santa María de Los Ángeles, el Convento de San Luis, el Hospital de La Concepción, la Torre del Preboste y la Puebla Vieja en sí conjunto histórico-artístico.
Pero a este encanto de burgo se le suma un esplendoroso entorno natural pues ni más ni menos que se encuentra en pleno corazón del espacio protegido del Parque Natural de Oyambre, compendio de una gran variedad de elementos naturales, acantilados, playas y dunas, praderías y bosques, rías, marismas, sierras costeras, que albergan una importante fauna y flora.
Todo ello convierte este antiguo refugio de pescadores, una de las más conocidas y bellas estampas de toda la Cornisa Cantábrica, en un lugar ideal para disfrutarlo.
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